Dime que te cuento y te diré que aprendes
Padre Marcelo Rivas Sánchez.
Dime que te cuento y te diré que aprendes
Una Venezuela convulsionada.
La gran pregunta es: ¿Por qué tantos problemas?
Un bombillo en una de las escalinatas del edificio permaneció por dos años dañado y nadie lo cambiaba, hasta que una señora en la noche resbaló y se fracturó las dos piernas. Muchos nos acostumbramos a vivir así entre la oscuridad, la desidia y el desgano por ver las cosas diferentes. Y aquí pensando debo decirles que esto es lo que pasa en Venezuela. Nos acostumbramos a… No luchar. No insistir. Así se hace y así seguiremos. Ya no vivimos sino sobrevivimos… y esto nos va haciendo más miserables y más pobres. Es como que nos han envuelto en un caparazón que no nos dejan ver más allá de una cola para el banco, para el pan, para todo… Y alguno podrá decir que son detalles pequeños que constituyen y modelan todo un modo de ser.
Otros dirán que estamos delante de una transformación, pero que muchos se acomodan sin preguntar, sin opinar, sin luchar y por tanto, aceptando humillaciones, vejaciones incluso, hasta perder su propia dignidad de personas. Y es aquí, donde me entra la gran preocupación. La cual pareciera que la libertad se deja a un lado para aceptar por un plato lentejas la esclavitud de quienes se creen dueños de todos y de todo. Pareciera que Dios ya no está en sus corazones y es suplantado por eso encogerse de hombros y aceptar humillaciones y tristezas.
Entonces, al no estar Dios, entra en ese corazón una especie de aceptación de la situación que entre costumbre, silencios y complicidad se agita y se desgasta lo poco de vida que se tiene. Y ya caídos en esa prisión, más que encierro, somete y esclaviza para dar rienda suelta a la perdida de Dios dando pie a una crisis de valores y, en particular, la pérdida de la identidad con el amor a la familia y a la sociedad. Además, al perder o excluir a Dios de la vida de las personas se pierde el sentido del pecado.
Esta Venezuela convulsionada es consentida y aceptada por muchos que, en nada, les importa salir o buscar soluciones a tantos conflictos. Se hace necesario, de una vez y para siempre, despertar y lo haremos con Dios al frente que nos invita a no dejarnos someter por la barbarie de quienes esclavizan para su propio peculio como barriles sin fondo que sedientos se chupan hasta la propia sangre para seguir como zombis del desprecio y de la desgracia.
En Dios y solamente en él saldremos con tal fuerza que seremos capaces de vencer a los que con fuerza atacan los principios que ellos han perdido y no podrán volver a ellos porque han cerrado su corazón y lo han abierto al demonio del materialismo. Y entonces, necesitamos venezolanos medicinas que sean capaces de cambiar ese bombillo quemado y dar luz a quienes se encuentran en la oscuridad.
Padre Marcelo. @padrerivas @padrerisama mrivassnchez@gmail.com