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22. Carta al despuntar el año

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Libro: Con las Alas Abiertas


¡Mi Dios tan querido!
Tú sabes que siempre se me revuelve algo al empezar el año. Algo así como un cierre, una liquidación, un recuento de pérdidas y ganancias con el que se despide, y de ilusión, proyectos, cambios, arreglos y rectificaciones con el que nos disponemos a vivir. Yo sé que el tiempo son préstamos que nos haces para que podamos invertir en el negocio de la salvación.
Tal vez no hice todo lo que pude, y no puse perfección en todo lo que hice, pero mis manos ardían en deseos de llenarse con algo.
Tal vez tuve sueños que no pude realizar, pero conocí el mecanismo para volar.
Tal vez dejé propósitos a medio camino, pero con tal luz, que me seducen todavía.
Tal vez obré a veces por mandato, pero nunca alteré mi conciencia.
Tal vez sentí soplar la tempestad, pero aprendí dónde buscar la fuerza.
Tal vez lo eché todo a rodar, pero volví sobre mis pasos.
Tal vez se me secaron muchas raíces, pero encontré el pedacito milagroso para no morir.
Tal vez lloré mucho cuando me podaste, pero crecí por dentro.
Tal vez hubo muchas rosas deshojadas, ¡pero cuánto vivió por ellas mi corazón!
Tal vez me sentí fatigada, pero no me dejé vencer por el cansancio.
Tal vez la prueba me pareció dura, pero no dejé caer la cruz.
Tal vez no hice bien las cosas, pero las escribí lo mejor que pude.
No realicé todo lo que deseaba, pero sí te puse en el eje de todas mis ilusiones desvanecidas.
Tal vez no se me dio todo lo que quería, pero todo lo que quería era, en el fondo, pensando en Ti.
Deseo para el nuevo año, que sea mejor en materia espiritual y sentido de superación.
Déjame ser el orfebre de mis propias aristas, el pintor de mi nuevo paisaje y el remachador de mis piezas sueltas, ésas que todavía necesitan ajuste y pulimento.
Déjame ver la patria libre, las amigas con salud y el mundo a flote.
Que todo lo que me mandes me encuentre “en control de mí misma”.
Que ese sueño tan anhelado no se me convierta en imposible, y ese propósito que no he podido cumplir no siga otro año más quedando en el vacío.
Dame luz de lo cotidiano, luz de vida diaria, para percibir lo grande que pueden ser algunas pequeñeces y lo pequeñas que pueden resultar algunas grandezas.
Que mi vida sencilla tenga suficiente atractivo, intensidad y alicientes para no tener que recurrir a la telenovela cuado necesite emocionarme y soñar.
Señor: que además de la fe, la vida me resulte estimulante y atractiva, con una nueva faceta, un nuevo porvenir, una nueva promesa; con un objetivo, un capricho, una idea, una luz, ¡algo!
Elabora en mi corazón la pena que me mandes. Toma la medida que le cabe de dolor. Porque yo soy muy poca cosa.
Dame fuerza para las penas y resistencia para sufrir… con un gran valor para no caer en la inercia, que es el peor abismo donde podemos estar.
Sácame del desfile social y déjame tras el telón. ¡Pero hazme un nuevo diseño en la vejez!
Que no me duela el alma, como me duelen los huesos. Que no se me nuble el horizonte, como se me nublan los ojos. Que no se me apaguen las ilusiones, como se me apagan las fuerzas. Y ponme una sonrisa en los labios, ya que mis pupilas no pueden sonreír.
Quiero sencillez para vestirme, acierto para desarrollarme y cristianismo para conducirme.
Que no tome ningún derecho sin su correspondiente deber. Que pueda decir:
“Pienso, luego estoy funcionando. Amo, luego estoy en vibración. Sueño, luego estoy en altura de miras.”
No permitas un año en que diga: “Compro, luego existo.”
Que el fax, las computadoras y el celular no se vayan llevando el alma de la vida y el verdadero sentido de la comunicación humana.
Que no miremos tanto hombre con aretes y melena, y tanta mujer con un suetercito provocativo y un pantalón desflecado… todo envuelto en una música diabólica y un baile desenfrenado.
¡Danos una civilización digna del ser humano, una verdadera “cultura de la civilización”!
Que no haya tantos ricos de pan y pobres de ternura, tantos alucinados de pantalla y secos de corazón.
Ayuda a la juventud: es la edad de batallar entre lo que ve fuera y lo que siente dentro.
Es un fruto que crece, pero verde todavía; una pulpa que sube, pero está en proceso de maduración; un contorno bien delineado, pero no acabado de tallar.
Señor: quiero que mis pequeños valores puedan crecer. Que mis dones ayuden a otros. Que mis defectos sirvan de experiencia. ¡Y que todo lo que pueda trasmitir, deje algo!
Te pido envejecer con mis hijos en las manos…que en esas seis rosas regaladas por Tí, está el perfume y la esencia de mi vida.
Déjame encontrar siempre la clave de mis problemas, la sabiduría del dolor, la llave del perdón, ¡y la paz de la vida!
Arranca este año todo lo que no te guste. Que todo sea combustible de servicio. Que nada de tu gracia se desperdicie. Que todo lo que digas, lo oiga, y todo lo que me pidas, te lo dé.
Este año quisiera alejarme más de pequeñeces y vivir con el amor a lo grande.
Un año con filosofía, con fe, con arte, con colores, con música.
Quiero trabajarlo con magia, y darle categoría de milagro.