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24. Carta de Navidad de un niño


Graciela De Filippis

Niño Jesús:
"Me dicen que no se debe mentir, y cuando se me escapa una verdad se enfurecen.
Ayer se molestó mucho mi papá porque dije delante de sus amigos que maltrata a mi mamá. ¿Es que no es peor hacerlo que contarlo? Él se enoja cuando yo lo cuento.
Yo no puedo enojarme cuando él lo hace.
Me dicen que no está bien que me junte con "ciertos niños" y al dormir me obligan a rezarte a ti Diosito que nos enseñas que todos somos iguales y hermanos.
Mamá dice que debo parecerme a mi papá, pero mi padre dice por teléfono que
está enfermo para no ir al trabajo, y se gasta todo el sueldo tomando.
Yo sé pensar, tengo mis gustos propios que son distintos de los de mis padres y a veces me dan ganas de gritar y de protestar. Por ejemplo, cuando mi papá me manda callar sólo porque él no tiene ganas de hablar o porque pienso distinto; cuando me obliga a jugar en la calle sólo porque él quiere ver en paz la televisión.
Cargan mi vida de prohibiciones, negaciones: ¡no hagas, no hagas y no hagas!
Y obligaciones ¡debes, debes y debes!
Para nosotros los niños sólo existe el verbo "DEBER"; nunca el "PODER".
Juegan conmigo como un muñeco cuando tienen ganas. Si yo no tengo ganas, juegan lo mismo y encima me llaman caprichoso o engreído. Ellos deciden siempre cuando jugar conmigo; pero yo no puedo elegir nunca el horario para jugar con ellos. Y cuando ellos dicen no, yo no puedo llamarles la atención, ¡porque soy un niño!.
Sin embargo, Tú Cristo, naces para decir: “Si no son como niños no entrarán en el Reino de los Cielos". Y a nosotros no nos dejan serlo. Nos obligan a tener la malicia, el egoísmo y la hipocresía de los mayores; nos obligan a decir lo que no sentimos.
Diles que ser niño no es un defecto, ni un pecado, ni una limitación, ni un juguete bonito para lo mayores. Tal vez por eso en la Navidad nos compran muchos juguetes, para hacernos como ellos.
Que nos den su tiempo, su comprensión, que nos respeten.
Diles, en esta Navidad, que un niño es un valor único, irrepetible en la vida y, ciertamente -tú mismo lo afirmaste- un valor que no puede morir en el "hombre"
Tu amiguito