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12. Rezar por los difuntos

En de gran valor rezar por los hermanos y familiares difuntos. Para el mes de noviembre, la Iglesia madre y maestra, hace plegarias y sufragios muy especiales por todos los difuntos y nos habla fuertemente del valor de la vida iluminada desde Cristo resucitado. La liturgia nos señala que “algunas” almas se purifican en el purgatorio y la oración es clave para rogar, ante Dios, su perdón y su pase al cielo, patria definitiva en el amor de Dios.

Debemos recordar que la muerte no destruye la vida, sino que la perfecciona. La muerte no podrá destruir la unión en Cristo pues el Espíritu Santo nos mantiene atados. El Concilio de Lyon declaró como verdad de fe ese poder para interceder por aquellos que nos precedieron en la fe y duermen el sueño de la paz. Esta oración es grata a Dios y una obra de misericordia.

El alma que sale de este mundo debe purificarse de sus pecados veniales y esas faltas al amor de Dios. Por eso la oración se hace necesaria. La Santa Misa y el Santo Rosario, además, de nuestras buenas obras muy unida a la enfermedad y el dolor para que sirvan de súplicas verdaderas para el perdón y paz de los difuntos.

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