De Camino... Parar llegar lejos.

Todos a la movida misionera.


Son muchos los que viven desolados y tristes.
Todo porque nadie les enseña que Dios nunca abandona y acompaña hasta el final. (Mateo 28,20)


La misión que tengo como sacerdote es hacer presente a Jesús Eucaristía, pero para que otros, muy lejanos, lo amen, tengo que animar y entusiasmar continuamente a los voluntarios, catequistas y evangelizadores. Ya que solo jamás lo podré hacer.

Hoy, deseo animar, como tarea alegre, a los matrimonios dentro del área de la Pastoral Familiar. Todo porque humanamente no puedo, la parroquia es muy grande y porque es una necesidad pastoral y la llamada es a todos, pero toma con su mano a los esposos.

El Sacramento del Matrimonio no nos encierra en las cuatro paredes de la casa, todo lo contrario, catapulta donde hay un eco que más que se repitiera, es un eco al mejor estilo SOS: Dios nos pide que le ayudemos. Sabemos muy bien que en la comunidad hay muchos, demasiados oprimidos y debemos rescatarlos. Lo primero sería con su ejemplo de esposos que se aman y se respetan. Los lejanos les miran, los jóvenes están atentos. Son la vidriera de la comunidad. Lo segundo, deben sentirse los esposos llamados por Dios. Ahí lo grande y hermoso. Dios te necesita. Dios les pide que vengan en su ayuda. Tercero, que nada les impida esta misión, ni siquiera el hijo bebé. Pues cuando queremos ir a una fiesta la mamá, la hermana, otros lo cuidan. Que así para la evangelización haya interés como el de las fiestas. Y si no lo pueden dejar llevarlo pues mientras uno enseña el orto atiende al niño y a la vez enseñan el amor en familia y demostrado en ese bebé.

Es una familia hacia otra familia. Con mil de problemas y circunstancias. Por eso es que al servir a Dios nos hacemos mejores. Y al entrar en contacto con los más lejanos hacemos que Dios actúe desde nosotros en favor de ellos. Todo será como un río que no está estancado “podrido” sino que se mueve hacia una vida mejor. Porque la fe no es simplemente rezar en casa y lo demás que se caiga. Más bien unirnos a otros evangelizadores y en armonía de misión emprender la hermosa tarea de enseñar, dar ejemplo. Todo para que aumente el amor, la fe, encontremos nuevos amigos y podamos tender la mano quien de verdad necesita nuestra compañía y nuestra palabra.

Ánimo pues a los que van a misa en domingo. No es bueno apoltronarse como si Dios ya me hubiera salvado y desentendido de los otros. Eso no es cristianismo, ni mucho menos catolicismo universal. Hay que sentir la llamada de Dios, aceptar la misión y saber que no se está solo, que Dios acompaña hasta el final.

Mi mamá una humilde mujer desde la Legión de María visitaba hogares y les contagiaba la alegría de llevar a la Virgen a cada casa.

Padre Marcelo. @padrerivas

2020 junio 07


La Evangelización requiere de mucho esfuerzo.


Como sacerdote estoy obligado a motivar a mis parroquianos a salir a misionar.

A esa parroquia donde uno llega como el gran desconocido y enviado por Dios desde el Obispo se hace necesario una conversión personal y pastoral. Primero saber que Dios nos ha llamado, pero a todos, sin excepción; segundo lugar, a saber y entender que cada uno tiene una misión, una tarea que cumplir en esa diversidad de carismas y cualidades que cada uno tiene.

Por tanto la evangelización es la esencia del ser Iglesia y requiere de un esfuerzo. Pues no basta con calentar una silla en la hora de la misa dominical, sino que hay que impulsar, motivar a los laicos (jóvenes y adultos) a ser evangelizadores entusiastas. Es muy hermoso que en esos matrimonios sus hijos han crecido viendo a sus padres sirviendo a la Iglesia en la evangelización.

Es muy triste constatar que son muchos los que dejan a la Iglesia a los 12 años. Las razones muchas, pero entre tantas: la falta de una familia de compromiso cristiano, la no perseverancia en las enseñanzas de la catequesis, Catequistas de mero nombre y no de convicción, la primera comunión no sirvió para hacerse amigo de Jesús sino de inyección que inmuniza y aleja, el mal ejemplo de los adultos…

Me gustaría desde aquí dar algunas sugerencias:

1. El sacerdote debe ser modelo de acción. Es decir, no quedarse con la misa y la olla. Hago misa y como. Eso no es suficiente, es más eso no hace posible salvar de verdad almas. 2. Cada sacerdote debe ser amplio, abierto para movilizar a los laicos y no sigan calentando bancas los domingos. No puede ser que la gente que va a misa en años sigan jugando banca. Estancados y sin motivación para que lleven lo que sienten y viven cada domingo.

3. Para ellos organizarse. Ahí la información, formación y las estrategias. Que en nada tiene que ver con una simple programación. En la formación no es dar copias, lecciones. Es enseñar + dar modelo + acompañar. Enseñar es transmitir la doctrina y la metodología, cómo se hacen las cosas. Dar modelo es mostrar con nuestro ejemplo cómo se hace. Acompañar es dejar que el laico haga las cosas, pero animándole, aplaudiéndole, agradeciéndole.

4. Se debe tener claro el objetivo. Para saber lo que se busca y lo que se necesita.

5. No basta con que el sacerdote informe cosas, sino que pida cosas concretas. Necesito catequistas, evangelizadores en diferentes áreas.

6. Ofrecer servicios que nos cambien y nos transformen. Epa no confundir con la persona que hace de secretaria o recoge la cesta en misa. Eso no cambian vidas. Ah pero ser catequista o pertenecer a Caritas si cambia la vida.

7. Esos servicios que cambian vidas no se hacen en soledad, sino en unidad en favor de la comunidad. Pero ojo no es un equipo que solamente hagan tareas en favor de otros, sino que entren en relación y comunión unos con otros. Vivir una comunidad que se ama es necesario.

La gran tarea está centrada en una oración en comunidad que nos despierte y entusiasme a todos.

En cada persona, joven o adulta, todo un potencial para la evangelización.

Sin ellos sería imposible salir a misionar.

Padre Marcelo. @padrerivas

2020 mayo 29


Hay elecciones que en generosidad son necesarias.


Abram, pues, salió de Egipto con su mujer y todo lo suyo, subiendo al Negueb; también Lot estaba con él. Génesis 13,1

Hay que saber elegir, sabiendo que toda elección comporta un riesgo y ese riesgo hay que aceptarlo y saberlo llevar. Eso sí, si aquella elección hace daño hay que dejarla y si es necesario pedir públicamente perdón.

Hace muchos años, demasiados venezolanos decidieron elegir a favor de una persona la cual desarrolló mecanismos nefastos para el bien de todos y que hoy en día las estamos padeciendo. Pero la clave no está en señalar ese culpable, sino en conducir la situación en la búsqueda de soluciones. En la lectura de Génesis 13,1-18 donde dos hermanos tan iguales que no pueden vivir juntos, pero sin egoísmo, Abraham deja a su hermano menor Lot que elija y así su generosidad queda demostrada.

Cuando observamos a una sociedad dividida, enfrentada y resentida nos está diciendo que nos hemos olvidando de aquello “Todos juntos pero no revueltos” y le hemos dado rienda suelta a la fabricación, casi diaria, de diferencias que nos separar como el valle de la montaña o del río con el mar. Aunque la montaña muera en el valle y el río en la mar.

Entiendo la ambición y quien no aspira no respira, pero es que no es bueno levantarse por encima del cadáver del otro. No puede ser posible que para hacerme de aquello o de lo otro tengo que reventar, estropear, engañar al hermano. Y eso, es una mala elección. No tanto por el acto que es dañino, sino que me hago malo y me encierro en mi propia maldad para creerme superior y dueño lanzado para esclavizar.

Papá tenía que decidir frente a un mal acto de uno de sus hijos. Una vez partimos un vidrio de un vecino y papá decidió hacernos pagar lo roto con el dinero de las meriendas que nos daban para llevar a la escuela. Mamá guardó silencio y jamás nos dio a escondidas para suavizar el castigo. Eso nos dolió más que mil correas juntas en el trasero. De ahí más nunca jugamos cerca de una casa o frente a una ventana. Y papá hizo la mejor elección “quien rompe viejo paga nuevo”

Por tanto en nuestros oídos sigue resonando la frase de aquella primera visita del Santo Juan Pablo II a Venezuela: ¡Despierta y reacciona! ¡Es el momento! Despertar es saber hacer elección. Reaccionar es pensar la elección y, El momento es ahora. La elección es en este momento y no hay porque lo que se deja para mañana se queda para un no hacer.

Juntos pero no revueltos, sí, pero jamás separados por causa de la competencia, de la crítica destructiva que nos hunde en la soledad y la tristeza. Padre Marcelo. @padrerivas Padre Marcelo. @padrerivas

2020 marzo 27


Dios nos quiere fraternos a pesar de los que no sabemos agradecer.


En cuanto oyó Abram que los cuatro jefes habían llevado prisionero a su hermano Lot, escogió trescientos dieciocho de sus hombres que se habían criado en su casa y los persiguió hasta la ciudad de Dan. Génesis 14,14 No es fácil aceptar las heridas que nos hacemos unos a otros. Si alguien nos hace algo alguien extraño, no pega tanto como cuando viene de la propia familia. Uno dice no debería ocurrir. Pero ocurre y es aquí, donde el ejemplo de Abraham (Génesis 14) lucha por su hermano y lo libera y este hermano, Lot, no le agradece, más bien se hace indiferente.

En este momento que nuestro País ha caído en un antivalores. Donde todo tiene precio y se nos acabó la fraternidad, la cordialidad y decidimos, en un libertinaje egoísta, buscar mi propio bien. Uno siente temor, porque ya no es el dinero por el dinero, sino que ese otro venezolano se ha olvidado de que somos venezolanos, nacidos en la misma tierra. Incluso criados en la misma cuadra y de niños jugando por sus veredas. Ahora somos tan extraños donde apuntalamos la vida por una ideología o una simple politiquería donde “otros” que no conocemos nos dirigen, nos mandan y hasta nos avergüenzan con sus acciones, pero lo que importa es seguirlos aunque los de ayer sean apartados, incluso maltratados.

La selva se ha venido a la ciudad, a la comunidad y la ley del más fuerte, del que más se aproveche será el que salga mejor. Y eso, choca contra nuestro cristianismo, para producir desniveles donde el resentimiento, la separación y el enfrentamiento son alimentados para que se haga realidad aquel refrán: “Río revuelto ganancia de pescadores” Y Abraham rescata a su hermano Lot y no acepta ninguna paga por el acto de fraternidad. Abram le respondió: "Levanto mi mano hacia Yavé, creador del cielo y de la tierra, el Dios Altísimo, para jurar que no tomaré una hebra de hilo, ni el cordón de un zapato, ni cosa alguna que te pertenezca” (Génesis 14,22-23)

Pero muchos como Lot sin valorar la acción de Abraham en su favor, pero Dios si lo ve. Dios lo conoce y delante de sus ojos aparece su presencia para bendecir. “Entonces Melquisedec, rey de Salem, trajo pan y vino, pues era sacerdote del "Dios Altísimo" Melquisedec bendijo a Abram, diciendo: "Abram, bendito seas del Dios Altísimo, Creador del cielo y de la tierra. 20 Y bendito sea el Dios Altísimo, porque entregó a tus enemigos en tus manos." Y Abram le dio la décima parte de todo lo que llevaba. (Génesis 14,18-20) La gratitud debe estar presente a pesar de la mala situación y son necesarios para recibir la bendición de Dios.

Bendigamos a Dios porque hay más gente agradecida que mal agradecida y que en esa fraternidad donde nos hacemos iguales aunque seamos diferentes.

La fraternidad ni es espontánea, ni cae del cielo,

pero si se mira el cielo se hace espontánea.

Padre Marcelo. @padrerivas

2020 marzo 27


Desnudo todos y otros queriendo destapar más


Cam, padre de Canaán, vio que su padre (Noé) estaba desnudo y fue a decírselo a sus dos hermanos que estaban fuera. Génesis 9,22

No hablo de la ropa que cubre nuestros cuerpos, sino de las actitudes negativas a la hora de ver al hermano (a) Lo digo porque es muy fácil criticar, despellejar, destruir, desnudar al otro como lo hizo el hijo menor de Noé “Cam” Este no solamente lo encontró desnudo y de seguro, se escandalizó, pero de inmediato fue a contarlo, a publicarlo.

La pregunta que me resulta es la siguiente: ¿Quién te dio licencia para publicarlo? Les recuerdo que beber del fruto de la uva no es malo, todo lo contrario, Noé que había trabajado la tierra, después de una jornada de trabajo tenía derecho a reposar y tomar vino, en el buen sentido. Además había sembrado esa planta y por tanto le sale probarlo, beberlo.

No estoy aplaudiendo la borrachera, ni mucho menos perder la conciencia y quedar desnudo en la calle. Pero es que nadie es juez, ni Dios nos ha puesto como sensores para ver solamente lo negativo y no ser capaces de observar lo positivo, lo mejor. Por eso vemos a fulano que viene y en vez de decir, que es un buen padre, un excelente vecino. Hacemos uso del descrédito: ahí viene ese bicho…

Insisto es verdad que se emborrachó, que se encontraba desnudo, pero no nos podemos quedar solamente en lo malo y hasta lo recalcamos, lo difundimos, los divulgamos a grandes gritos. Vemos fallas pero no logramos vernos como hermanos. Lo que pasa es que estamos desnudos, pero hay otros especialistas más desnudos que uno, que se encargan de destaparnos más y les cuesta hacer lo que hicieron sus otros hijos: “Pero Sem y Jafet tomaron un manto, se lo echaron al hombro, y caminando de espaldas, entraron a tapar a su padre. Como habían entrado de espaldas, mirando hacia afuera, no vieron a su padre desnudo” (Génesis 9,23)

Es que no elogiamos, sino que destruimos olvidando que la actitud que le gusta y la bendice Dios es la de ver lo bueno y si algo hay de malo ayudarlo a superar. Debo, entonces, recalcar que la conciencia se siente mejor, se agrada cuando hacemos aplausos hacia las otras personas. Nada de ser alcahuetas o cosa parecida, sino de echarle las mantas antes de divulgarlo para uno mofarse o desprestigiarlo. Que bello la de los otros hijos Sem y Jafet que con mucho respeto le taparon. Y ahí está lo que quiere Dios y gusta que nosotros lo hagamos.

Somos muchos, por no decir todos, los que caemos, pero hay otros que se encargan de regar nuestras deficiencias para desprestigiarnos y aquí está el pecado. Es que hemos olvidado las propias fallas y escondemos esas fallas para ventilar la de los demás. Se parece a la pareja de esposos que una muestra de arte. El esposo de coloca delante de un cuadro y comienza a despotricar. Que pintura tan vieja, arrugada, sin color… y la esposa se acerca y le dice: quédate tranquilo y calla que estás delante de un espejo.

Señor Dios desnudo muchas veces me he encontrado y ojalá encuentre a un hermano que me pueda tapar con la palabra y la acción oportuna de la bondad y la compasión. Cuando me hago juez olvido mis caídas y me lanzo a la condenación.

Padre Marcelo. @padrerivas

2020 marzo 23


¡Cuidado! Caín nos persigue.


“Yavé preguntó a Caín: ¿Dónde está tu hermano? Respondió: No lo sé. ¿Soy acaso el guardián de mi hermano?” Génesis 4,9

La historia bíblica no es simplemente para leerla y ya. Nada de eso. Debemos dejar que nos interpele y nos hable seriamente. Y cuando Dios nos pregunta por mi hermano. Y en especial con el que sufre, quien está lejos, desolado, triste… Tenemos que dar respuesta. Creo que es muy fácil responder al mejor estilo de Caín: "No lo sé. ¿Soy acaso el guardián de mi hermano?" (V9)

A Caín se une Pilatos lavándose las manos y desentendiéndose para no caer en detalles o para cuidar su posición. Nosotros vamos a misa, recibimos los sacramentos y pertenecemos a un grupo de acción y vida de una parroquia. Entonces el título, más que llamativo, es tremendamente cuestionante en un país tan dividido, tan asfixiante y donde unos disfrutan y otros padecen el rigor de la injusticia, la humillación y la muerte.

Creo que no es la hora de ir a la violencia, pues traería mayores males. Ni siquiera ir al desprecio pues no haría nacer la reconciliación. Es el momento de una toma de conciencia delante de lo que Dios quiere de ti y de mí. Génesis 4,10 “Entonces Yavé le dijo: ¿Qué has hecho? Clama la sangre de tu hermano y su grito me llega desde la tierra”. Dios más que una respuesta quiere, busca una nueva actitud frente a la vida. Pero una actitud desde adentro. Es como si deseara que desde tu corazón se iniciara una verdadera revolución donde el amor y la misericordia estuvieran tan juntas que moviera esas montañas que nos separan para crear puentes de encuentro y de compasión.

Pues es tremendamente fácil encoger los hombros, voltear la mirada, desentenderse y ya. Pero es que Dios es insistente: “¿Dónde está tu hermano?” Que es lo mismo, ¿dónde lo dejaste? ¿Dónde está aquel Abel?, que significa soplo, fugaz. En el capítulo 25 de Mateo se encuentra el juicio final y, sin excepción, seremos juzgados en el amor. Un amor que lo hemos guardado delante de una sociedad que ha escondido los valores cristianos y asume una forma de vida contraria a lo que Dios y la moral nos pide.

Ojalá, en el tiempo que nos queda en esta tierra, Dios nos permita alejarnos de todo lo que está contra el hermano y podamos crecer en fraternidad para no recibir la desgracia de Caín: En adelante serás maldito, y vivirás lejos de este suelo fértil que se ha abierto para recibir la sangre de tu hermano, que tu mano ha derramado. Cuando cultives la tierra, no te dará frutos; andarás errante y fugitivo sobre la tierra. Génesis 4, 11-12. Pues todos vamos a recoger lo que sembramos.


Padre Marcelo. @padrerivas

2020 marzo 19


Tengo miedo


            Es verdad que el miedo es libre, 
            pero muchas veces
            nos ayuda y nos hace previsores.
              
          


Esto de coronavirus nos tiene a todos en situación de alarma. Pues sabemos que vamos a morir, pero no queremos morir antes de tiempo o de una forma dolorosa. Ya es una pandemia de alcance global. Pero por aquí, Venezuela, el miedo se extiende por la cotidiana práctica de un desgobierno de la mentira, el disimular, maquillar y negar reiteradamente la verdad de situaciones que no necesitan anteojos. Bien podría citar a Nelson Mandela: “Aprendí que la valentía no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre el miedo. El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo”.

Lo triste de todo es que nosotros, por lo menos en Cumaná, sometidos al capricho de arreglar plazas y dejar que las aguas negras corran por doquier y de una situación sanitaria tan desprotegida, saqueada y descontrolada nos hace temer y casi caer en la angustia. Gracias a Dios todavía no hay indicios “ciertos” del virus, pero cómo están las cosas y la falta de vigilancia, seriedad y aplicación de medidas podemos caer en situaciones desbastadoras.

Yo estoy tratando de ser sensato que es posible gracias al discernimiento que debe mantenerse para saberse mover entre esa incertidumbre y la preocupación. Como sacerdote y ciudadano debo leer e informarme para no caer en un fanfarrón o crítico destructivo que en vez de animar, me vuelvo un amarillista de la alarma y el escándalo. Además, como católico, debo asumir la situación como una prueba para la dedicación a la formación seria, pacífica y clara ante mis hermanos que necesitan acompañamiento y ayuda. Todo en miras a respetar las normas sanitarias con una higiene precisa, pasando incluso por una cuarentena, la reducción de la actividad social y hasta la movilidad.

Hay que llamar a la cordura. Una cordura que no puede ser tragada por el miedo o la repulsa frente al enfermo. Hay que cuidar a los mayores y dedicarles cuidado y entrega. Hay que sacar o desempolvar los valores evangélicos. De manera especial para inyectar de serenidad y solidaridad a todos y de forma inmediata a quienes se sienten arrinconados en el miedo y la desesperación. Aquí una oración llena de confianza a Dios en favor de enfermos y su familia. Dejando, de una vez, toda superstición, maleficio o castigo para quienes contraigan la enfermedad.

Dios con nosotros. Sin Dios nada. Oremos por los enfermos en especial por quien ha contraído la pandemia. “El Señor lo sostendrá en su lecho de enfermo; en su enfermedad, restaurarás su salud” Salmos 41,3 Sin olvidar que es el momento de dar a conocer lo mejor de Jesucristo en cada uno de los que somos sus hijos.

Nosotros, al igual que ayer, necesitamos de Jesucristo sanador para ser liberados de cualquier enfermedad (Marcos 1,32-34) Por eso ante la pandemia actual le pedimos que nos libere, alejando todo miedo y despertando en cada uno la fuerza y la decisión por respetar las acciones sanitarias para obtener los mejores resultados. Amén.

Padre Marcelo. @padrerivas

2020 marzo 13


Entre perdonar y odiar



              Bien dice el indignado: todo se lo dejo a Dios,
              pero que lo atropelle un camión.
              
              Dice por ahí que la entrada al infierno tiene una alfombra sembrada de buenos deseos. Y es verdad, 
              siempre pensamos hacerlo, siempre para luego, siempre para mañana y nunca, peor nunca lo realizamos. 
              Son los llamados buenos deseos y en mi tierra, se dice que los buenos deseos no empreñan. Ahí está el 
              drama de nuestra vida cristiana en torno al perdón.
              
          


Vamos a apoyarnos en el Salmo 3

1 ¡Cuántos son mis enemigos! El rey David, como todo cristiano, tiene un aliado más fuerte que todos sus enemigos juntos: Dios.
2 ¡Señor, cuántos son mis adversarios, cuántos los que se alzan contra mí!
3 ¡Cuántos los que me dicen: Ya no tienes en Dios salvación"!
4 Más tú, Señor, eres mi escudo, mi gloria, el que levanta mi cabeza.
5 Tan pronto como llamo al Señor, me responde desde su monte santo.
6 Yo me acuesto y me duermo, y me levanto: el Señor me sostiene.
7 No le temo al pueblo que me rodea, que por todas partes me amenaza.
8 ¡Levántate, Señor! ¡Sálvame, oh Dios mío! Tú golpeas en la cara a mis enemigos y a los malvados les rompes los dientes.
9 La salvación viene del Señor, que tu bendición venga sobre tu pueblo.


Y al leerlo y meditarlo, de seguro, resonará en los más profundo de cada uno. En mi caso les cuento: es un salmo imprecatorio, es decir, un salmo que utiliza la violencia para pedirle a Dios que la utilice contra los enemigos. Es un lamento, por parte de orante (cristiano) que le suplica a Dios que intervenga. Con tres personajes: el que suplica (el orante) A quien se le suplica (Dios) y un tercer personaje el Por qué suplico, motivos, los adversarios.

Todos tenemos una serie de enemigos, ya sean gratuitos o ganados a fuerza de ofender, pero enemigos que nos fastidian o nos hacen la vida de cuadritos. Aquí lo que me interesa reflexionar y a ustedes llamarles la atención es acerca del perdón. Perdón que debe estar por muy encima del odio.

Para perdonar se necesita “una escalera grande y una chiquita” Y lo digo así, porque no es fácil y es cuestión de todos los días. Pedro preguntó: ¿Cuánto debo perdonar a mi hermano que me ofende? La respuesta de Jesús fue siempre. (Mateo 18,21-22) Aunque hay ofendas muy duras y para ello coloco dos ejemplos.

1. El papá muere por negligencia médica. La gente le dice a la viuda que busque justicia y ella responde: eso no me devolverá a mi esposo. El hijo, que hoy es sacerdote, lo escuchó. Pasado el tiempo vino a confesarse aquel médico y lo que le permitió atenderlo y absorberlo fueron las palabras de su mamá.

2. Un sacerdote visitaba hogares y en un hogar encontró una hija muy abnegada atendiendo a su mamá enferma. El sacerdote viendo aquello en público lo dio a conocer a manera de enseñanza y de alabanza para aquella hija tan dedicada. La señora le dijo al sacerdote. ¿Padre me quiere escuchar? En la conversación ella le contó que su papá la violó y lo que más le dolía era que su mamá lo veía detrás de la ventana y no hizo nada. Ella hoy en día la perdonó y la atendía con esmero.

Lo anterior me dice que yo como sacerdote y a usted como hijo (a) de Dios hemos recibido muchas bendiciones y hay muchos que sin tantas son capaces de perdonar y de proseguir el camino. Y es que el odio, la violencia y la rabia no traen nada bueno. Podemos vivir sin hacer daño. Todo porque Dios es nuestro escudo, mi gloria, quien levanta mi frente. Invoco a Dios y me responde desde su monte santo. No dejemos que el miedo haga ver a nuestros enemigos más grandes de lo que son. En Dios todo. Sin Dios nada.

Todo lo que hago de mal contra mi hermano se queda en el corazón envenenado de resentimiento y envidia. Y todo el bien que hago a favor de mi hermano se devuelve para llenarnos de las bendiciones de Dios.

Padre Marcelo. @padrerivas Padre Marcelo. @padrerivas

2020 feb 23


El Mal nos acecha.


                 Yavé le dijo: "¿Por qué andas enojado y con la cabeza baja?
                 Si obras bien, podrás levantar tu vista. Pero tú no obras bien
                 y el pecado está agazapado a las puertas de tu casa. Él te acecha 
                 como fiera, pero tú debes dominarlo. Génesis 4,6-7
                



En esta Venezuela de los mil problemas hay uno que nos aprieta y es el mal. Un mal que tiene nombre. En Eva serpiente. En Caín el enojo que se agazapa para devorar. O en Venezuela los que se aprovechan de la pobreza para enriquecerse. Pero en definitiva es el diablo. Que siempre está activo y que no sabe de descanso. Dios nos dice en Santiago 4,7 “Sométanse, pues, a Dios; resistan al diablo y huirá de ustedes”

Son muchas las artimañas que usará contra nosotros. Se hace parte de nosotros, es decir, que está dentro de nosotros actuando para hacernos caer y no permitir que nos levantemos. Es el mentiroso el que niega que Jesús es el Cristo, el que niega al Padre y al Hijo” (1 Jn 2, 22) Incluso se disfraza del gran humanitario que hablando en nombre de la paz y la prosperidad te abrazará para llevarte a la perdición. Es decir que nos utiliza.

Recordemos a Eva que se le ocurrió hablar con el diablo y fue vencida. No solo tentada sino derrotada. O con Caín que creyendo que Dios no lo amaba y lo despreciaba por Abel le mató y convirtió a aquel campo de sembradío en cementerio de muerte. Todos los días nos enfrentamos a una batalla espiritual, pero todos los días. De ahí de llevar una vida ordenada donde la oración sea la forma natural de entablar diálogo con Dios. Rechazar siempre toda tentación, saber que la tentación en sí, no es pecado, pero aceptarla, acariciarla y dejarse llevar es caer en pecado. Por eso hay que ubicar al enemigo y pedirle a Dios siempre ayuda. Mucho cuidado con la desolación, que viene a ser como encerrarse y no mirar a Dios, a la familia, a los amigos. Negarse a toda alegría y a la vivencia de la esperanza.

La maldad se viste de bondad y se hace secta. Las sectas más peligrosas las fundadas en el siglo XIX adventistas, del Séptimo Día, Testigos de Jehová y Mormones. Ellos de forma mercantil venden la idea de la prosperidad y utilizan a la gente para hacerles creer que a su lado todo será mejor. Por tanto el diablo existe y proviene del griego y significa calumniador, y que en el Antiguo Testamento, sobre todo, el diablo es llamado Satanás. No olvidar que una de las tácticas preferidas del diablo es hacer creer que no existe, es hacer creer que es un simple símbolo o que es una idea, una invención del hombre. Sin embargo, el diablo no es un mito y debemos combatirlo.

La acción del diablo la está centrado contra el matrimonio y la familia. El demonio quiere engañar a los hijos de Dios y de forma especial con ideologías contrarias a la naturaleza y al plan de Dios. De ahí que tenemos que perseverar y permanecer firmes en la esperanza. Bien lo dice el Papa Francisco: Con el diablo no se dialoga, es un perro rabioso que muerde. Vayamos a María Santísima, como cuando éramos niños y al sentir miedo de inmediato nos íbamos para donde mamá.

Esa maldad tan real debe ser combatida dejando a un lado la envidia, los celos, la injusticia, la mentira, el engaño, la venganza. Ya que de todo eso se alimenta el diablo y crece a tal punto que nos habita por completo y nos destruye. Por lo tanto colgar un crucifijo en casa para recordar que tenemos una cruz que llevar. Rezar cada noche el rosario en familia. Ir diariamente a misa. Hacer a diario la Hora Santa ante el Santísimo. Rezar a San Miguel Arcángel, recordándole que ya venció una vez el orgullo de Lucifer. Rezar a la Santísima Virgen, “porque le ha sido dado el poder de aplastar la cabeza de la serpiente. Conservar el estado de gracia quienes tengan fe, y quienes no la tengan que empiecen a buscarla, porque en los tiempos que vienen solo habrá una forma de que las rodillas dejen de temblar, y será caer sobre ellas y rezar.

Caín matando a Abel, derramando sangre inocente, convierte a aquel campo agrícola en cementerio de muerte. Entonces, cuando yo me permito o permito el chisme, la destrucción de mi hermano, (a) convierto a la comunidad en un cementerio.

Padre Marcelo. @padrerivas

2020 feb 22