Todos a la movida misionera.

Todo porque nadie les enseña que Dios nunca abandona y acompaña hasta el final. (Mateo 28,20)
La misión que tengo como sacerdote es hacer presente a Jesús Eucaristía, pero para que otros, muy lejanos, lo amen, tengo que animar y entusiasmar continuamente a los voluntarios, catequistas y evangelizadores. Ya que solo jamás lo podré hacer.
Hoy, deseo animar, como tarea alegre, a los matrimonios dentro del área de la Pastoral Familiar. Todo porque humanamente no puedo, la parroquia es muy grande y porque es una necesidad pastoral y la llamada es a todos, pero toma con su mano a los esposos.
El Sacramento del Matrimonio no nos encierra en las cuatro paredes de la casa, todo lo contrario, catapulta donde hay un eco que más que se repitiera, es un eco al mejor estilo SOS: Dios nos pide que le ayudemos. Sabemos muy bien que en la comunidad hay muchos, demasiados oprimidos y debemos rescatarlos. Lo primero sería con su ejemplo de esposos que se aman y se respetan. Los lejanos les miran, los jóvenes están atentos. Son la vidriera de la comunidad. Lo segundo, deben sentirse los esposos llamados por Dios. Ahí lo grande y hermoso. Dios te necesita. Dios les pide que vengan en su ayuda. Tercero, que nada les impida esta misión, ni siquiera el hijo bebé. Pues cuando queremos ir a una fiesta la mamá, la hermana, otros lo cuidan. Que así para la evangelización haya interés como el de las fiestas. Y si no lo pueden dejar llevarlo pues mientras uno enseña el orto atiende al niño y a la vez enseñan el amor en familia y demostrado en ese bebé.
Es una familia hacia otra familia. Con mil de problemas y circunstancias. Por eso es que al servir a Dios nos hacemos mejores. Y al entrar en contacto con los más lejanos hacemos que Dios actúe desde nosotros en favor de ellos. Todo será como un río que no está estancado “podrido” sino que se mueve hacia una vida mejor. Porque la fe no es simplemente rezar en casa y lo demás que se caiga. Más bien unirnos a otros evangelizadores y en armonía de misión emprender la hermosa tarea de enseñar, dar ejemplo. Todo para que aumente el amor, la fe, encontremos nuevos amigos y podamos tender la mano quien de verdad necesita nuestra compañía y nuestra palabra.
Ánimo pues a los que van a misa en domingo. No es bueno apoltronarse como si Dios ya me hubiera salvado y desentendido de los otros. Eso no es cristianismo, ni mucho menos catolicismo universal. Hay que sentir la llamada de Dios, aceptar la misión y saber que no se está solo, que Dios acompaña hasta el final.
Mi mamá una humilde mujer desde la Legión de María visitaba hogares y les contagiaba la alegría de llevar a la Virgen a cada casa.
Padre Marcelo. @padrerivas
2020 junio 07