Jueves Eucarístico en casa...Un espacio desde la Unión de las Cofradías del Santísimo en Cumaná.


Tu perdón me devuelve la alegría. Te sientas cómodamente, puedes colocar música instrumental religiosa, la Biblia abierta con el siguiente texto ya buscado y seleccionado (Mateo 5,13-16)

Iniciamos colocándonos en la presencia de Dios…

Saludo del que preside.

En el nombre del Padre…

Dios, que tanto amó al mundo que envió a su Hijo para que nadie se pierda y nos regala el Espíritu fuente de amor y alegría, esté con todos ustedes.

Bendito y alabado es Jesús sacramentado.

Sea por siempre bendito y alabado.

Canto: Sáname Señor con tu Espíritu.

Ofrecimiento: Por el perdón de los pecados.

Para que el Señor, rico en misericordia, perdone nuestros pecados y nos devuelva la vida.

Silencio…

Adoración:

Jesús, Tú eres el pan de vida y queremos celebrar la fiesta del perdón. El amor de Dios nos abraza. Él sale a buscarnos y nos invita a la alegría: Su perdón nos devuelve la alegría. Por eso, delante del amor misericordioso de Dios perdón, sentimos el inmenso amor de un Dios que sale a nuestro encuentro.

Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Pequeño examen de conciencia

CANTO: Perdona a tu pueblo

ALABANZA Y ACCIÓN DE GRACIA:

Te damos gracias y te bendecimos Dios Santo y fuerte, porque diriges con sabiduría los destinos del mundo y cuidas con amor, a cada uno de los hombres. Tú nos invitas a escuchar tu palabra, que nos reúne en un solo cuerpo, y a mantenernos siempre firme en el seguimiento de tu Hijo Jesús. Porque sólo Él es el camino que nos conduce a Ti, Dios invisible, la verdad que nos hace libres y la vida que nos colma de alegría. Te damos gracias y te bendecimos Padre fiel y lleno de ternura porque tanto amaste al mundo que le has entregado a tu hijo para que fuera nuestro Señor y nuestro hermano. Jesús manifestó su amor con los pobres y los enfermos, con los pequeños y los pecadores. El nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano; su vida y su palabra son para nosotros la prueba de Tú amor; como un padre siente ternura por Tus hijos; así también Tú sientes ternura por tus fieles. Por eso, te alabamos y te glorificamos y, con los ángeles y los santos, cantamos tu bondad y tu fidelidad, proclamando el himno de tu gloria. Santo, Santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria; ¡Hosanna en el Cielo, bendito el que viene en nombre del Señor, Hosanna en el Cielo!

Oración:

Te rogamos, Señor Dios nuestro, que tu gracia nos ayude, para que vivamos siempre de aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Amén.

LECTURA BIBLICA: (Mateo 5,13-16)

Ustedes son la sal de la tierra. Más si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del cama, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así su luz delante de los hombres, para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.

REFLEXIÓN:

Hablar de confesión hoy nos asusta, nos da miedo. Nos falta fe para comprender lo que acontece cuando me acerco al confesor: Es Dios quien me abraza y perdona y dice, para que pueda escucharlo: ¡Vete en paz! ¿Por qué hemos convertido la confesión en algo penoso cuando es la fiesta de la misericordia, del gozo, del abrazo, del perdón?.. El Papa Francisco nos dice “el confesionario no debe ser una sala de torturas, sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer al bien posible” (EvGa.44). El perdón, el don perfecto, nos devuelve la alegría de vivir. Señor, danos la gracia de descubrir el valor de este sacramento, que hoy me atreva a acercarme al confesor y pedir tu perdón por medio de la Iglesia a la que tanto dañan mis pecados personales.

Pero en este tiempo “especial” de cuarentena, de seguro, vamos a aprender a valorar la confesión. Porque a Dios le decimos: Padre, que tu gracia nos ayude. No podemos nada con solo nuestro esfuerzo. La conversión es, sobre todo, obra de la gracia que nos invita a caminar, como discípulos, en el camino de nuestra santificación. Que nunca se nos olvide que Dios toma la iniciativa en tu vida. Necesitamos, Padre, tu gracia, tu luz, tu ayuda, la fuerza de tu Espíritu. No le cierres puertas, déjale entrar y el iluminará tu vida y le dará un sabor nuevo de gozo y alegría, de paz y fraternidad.

Quizás nos hemos acostumbrado a vivir en la penumbra o en la oscuridad y necesitamos la luz de Dios para darnos cuenta del mal que se ha instalado en nuestro modo de vivir. Quizás no somos malos, pero llevamos una existencia trivial, “vamos tirando”. Aquella luz de la vela de nuestro bautismo, si no se ha apagado, está a punto de hacerlo y necesitamos revitalizarla porque Dios nos llama a ser luz del mundo, a iluminar y a ser sal para dar sabor de Evangelio. Si la luz no ilumina, ¿para qué sirve? Si la sal no sala, ¿para qué sirve? Si un cristiano pierde su identidad, que nace del encuentro con Cristo, ¿para qué sirve?

Dios nos convoca a recuperar nuestra identidad para ser luz y sal. Para iluminar y dar sabor al mundo. Los cristianos tenemos que mezclarnos, “involucrarnos”, en la realidad y dejar ahí la luz de la fe y el sabor del Evangelio. Para ello necesitamos reavivar la identidad de nuestra fe, como pedíamos en la oración del comienzo de esta celebración.

Silencio…

Pequeño examen de conciencia

Atrévete a cambiar para lograr la paz y experimentar la humildad, el perdón y aceptación del otro.

¿Perdono de corazón cuando alguien me lo pide?

¿Guardo rencor al que me hiere?

¿Me siento capaz de pedir perdón y reconocer mis errores?

¿Se ponerme en el lugar de los demás antes de juzgarlos?

¿Mido a todo el mundo por mi rasero siendo fácil para condenar y muy lento para bendecir?

¿Trato a los demás como personas, hijos e hijas de Dios, o como objetos que utilizo a mi antojo?

CANTO: Cristo te necesita para amar.

SUPLICA:

Señor Jesús, te acepto en mi corazón y en mi vida: quiero que Tú seas mi Señor, perdona mis pecados, y purifícame con tu Sangre Divina. Yo pongo ante ti mi sufrimiento y mi enfermedad. Sáname, Señor, por el poder de tus gloriosas llagas, por tu cruz y por tu preciosísima Sangre. Tú eres el buen pastor y yo soy una de las ovejas de tu redil: ten compasión de mí. Tú eres siempre el mismo. Tú tienes siempre el mismo poder; yo creo que Tú puedes sanarme porque tienes la misma compasión que tenías con los enfermos; porque eres la resurrección y la vida.

Gracias, Señor Jesús, por lo que haces por mí y acepto tu plan de amor.

Te doy gracias y te alabo. Amén.

Recibamos en el corazón a Dios que te ama.

CANTO: Dios está aquí.

Oración:

Señor Jesús, desde este lugar, alabo tu nombre sabiendo que estás aquí, te pido sanes el corazón triste por la enfermedad, pero lleno de confianza en tu amor infinito. En nombre de ese amor te pido me sanes. Bendito y alabado sea Jesús. Abro, abro mi corazón Señor. En tus manos estoy. Bendito seas.

Repetimos tres veces: Dios te ama. Dios te ama. Dios te ama.

CANTO:

Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Señor.

Dios está aquí, venid, adoradores, adoremos a Cristo Redentor.

Gloria a Cristo Jesús; cielos y tierra, bendecid al Señor;

honor y gloria a ti, Rey de la gloria, amor por siempre a ti, Dios del Amor.

PRECES POR LA IGLESIA

Con un solo corazón y una sola alma, elevemos, hermanos, nuestras oraciones a Dios nuestro Padre, por el bien de la santa Iglesia y la salvación de todos los hombres.

- Por la santa Iglesia de Dios: para que tenga unidad, libertad y paz en todo el mundo. Roguemos al Señor.

- Por nuestra Iglesia Arquidiocesana: para que Dios dé luz a los incrédulos, perdón a los pecadores y alegría a los que esperan en él. Roguemos al Señor.

- Por todos los enfermos que siempre esperan en el Señor: para que sean sanados y liberados. Roguemos al Señor.

- Por la paz exterior e interior de las naciones: para que en todo momento y circunstancia Cristo sea glorificado.

Roguemos al Señor. - Por las necesidades de todos los hombres: para que el Señor las remedie con su misericordia.

Roguemos al Señor.

- Por los que desde nuestra casa: para que, unidos en el amor, seamos una viva imagen de la Iglesia universal. Roguemos al Señor.

Padrenuestro

Alabanzas

Bendito sea Dios.

Bendito sea su Santo Nombre.

Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.

Bendito sea el Nombre de Jesús.

Bendito sea su Sacratísimo Corazón.

Bendito sea su Preciosísima Sangre.

Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.

Bendito sea el Espíritu Santo Consolador

Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.

Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.

Bendita sea su gloriosa Asunción.

Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.



Bendito sea San José su casto esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Señor danos sacerdotes

Señor danos sacerdotes santos.

Señor danos muchos sacerdotes santos.

Señor da la salud a los enfermos.

Señor danos la paz.

Oración:

Señor nuestro, Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.



2020 abril jueves 23


Jueves Eucarístico en casa...Un espacio desde la Unión de las Cofradías del Santísimo en Cumaná.


Te sientas cómodamente, puedes colocar música instrumental religiosa, la Biblia abierta con el siguiente texto ya buscado y seleccionado (2 Corintios 1,4-11)

Iniciamos colocándonos en la presencia de Dios…
Bendito y alabado es Jesús sacramentado.
Sea por siempre bendito y alabado.
Canto: Señor me has mirado a los ojos. Tú has venido a la orilla
Ofrecimiento: Por todos los enfermos.
Para que el Señor, rico en misericordia, acompañe y sane a nuestros enfermos, especialmente por los que han sido contagiados de coronavirus.
Silencio…
Adoración:
Jesús, Tú eres el pan de vida, el que viene a ti, no tendrá más hambre. Señor Jesús, si no comemos tu carne y no bebemos tu sangre no tendremos vida en nosotros. El que come tu carne, Tú lo resucitarás, Señor Jesús, ¿A quién iremos Señor? Tú sólo tienes palabras de vida eterna. Tú Señor, eres el pan bajado del cielo; el que coma de este pan, vivirá para siempre. Jesús, el permanece en ti, da muchos frutos; quien no permanece en ti, está muerto.
Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman… (Tres veces) (Padre Nuestro y Ave María)
CANTO: Ven, ven Señor no tardes.
ALABANZA Y ACCIÓN DE GRACIA:
Te damos gracias y te bendecimos Dios Santo y fuerte, porque diriges con sabiduría los destinos del mundo y cuidas con amor, a cada uno de los hombres. Tú nos invitas a escuchar tu palabra, que nos reúne en un solo cuerpo, y a mantenernos siempre firme en el seguimiento de tu Hijo Jesús. Porque sólo El es el camino que nos conduce a Ti, Dios invisible, la verdad que nos hace libres y la vida que nos colma de alegría. Te damos gracias y te bendecimos Padre fiel y lleno de ternura porque tanto amaste al mundo que le has entregado a tu hijo para que fuera nuestro Señor y nuestro hermano. Jesús manifestó su amor con los pobres y los enfermos, con los pequeños y los pecadores. El nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano; su vida y su palabra son para nosotros la prueba de Tú amor; como un padre siente ternura por Tus hijos; así también Tú sientes ternura por tus fieles. Por eso, te alabamos y te glorificamos y, con los ángeles y los santos, cantamos tu bondad y tu fidelidad, proclamando el himno de tu gloria. Santo, Santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria; ¡Hosanna en el Cielo, bendito el que viene en nombre del Señor, Hosanna en el Cielo!
LECTURA BÍBLICA: (2 Cor 1, 4-11)
REFLEXIÓN: Cuando una persona ama de verdad, sincera y profundamente, es capaz de hacer cualquier cosa. El amor se vuelve como un río impetuoso que todo lo supera y lo arrastra. El enfermo que ama, le da otro sentido a su sufrimiento; ya no cuenta las noches de insomnio o los días de soledad, ya no lo atormentan sus penas o el pensamiento del fin que se aproxima… Siente en sí, dentro de él, una fuerza, un valor que no sabe explicar pero que lo sostiene y le dan serenidad y paciencia, pues “El amor es fuerte como la muerte” como leemos en el Cantar de los Cantares.
“Nada se resiste al amor, todo lo transforma”. “Mi vocación es el Amor, en el corazón de mi Madre la Iglesia, YO SERE EL AMOR” decía Santa Teresita. Por eso nada, ni nadie le quitaban esa paz que irradiaba en torno suyo. Los mártires afrontaban persecuciones y tormentos con Valentía, porque esperaban de Dios el premio eterno; Santa Teresita sufre con fortaleza los dolores de la tuberculosis, pues todo lo ofrece para las misiones.
Para aquél que Dios ha llamado a unir su sufrimiento a los de Cristo, no existe sino una sola y única virtud: EL AMOR. El amor lo es todo en su vida, y su vida es toda de amor… La esencia, pues, de esa persona es el amor. Siente que Dios lo ama. Y le corresponde con amor, al amor de Dios. Ya que el amor llevó a Jesús a entregarse como víctima por nosotros. El amor impulsa al alma a entregarse a Dios en la inmolación del dolor… Amor, amor; no hay otra cosa, no hay otra fuerza que el amor que pueda hacer comprender y aceptar el sufrimiento en la vida…Hermano, el Padre Celestial dijo de Jesús: “este es mi hijo muy amado, al que miro con cariño” (Mt. 3,17) Si sabes descubrir el valor de tu dolor unido al de Cristo, sentirás que Dios no se ha olvidado de ti. Al contrario, también sobre ti resonará la voz del Padre: “Tú eres mi hijo muy amado, al que miro con cariño”
Hermano, tú también, desde las cadenas de tu dolor y la oscuridad de tus sufrimientos, mira a este mundo que necesita ser salvado; mira a Cristo, que pide tu cooperación. No te desesperes. Al contrario, transfórmate en “Apóstol de Jesús y pregonero de su salvación” el mundo no se salva con las palabras, sino con la Gracia de Dios y los sufrimientos de Jesús y sus discípulos. Tú puedes ser cooperador de Cristo desde tu dolor y con tu dolor. Mientras Dios nos preste vida, debemos trabajar en el cumplimiento de su voluntad y para la venida del Reino en el mundo. La enfermad no debe ser un obstáculo para acercarnos a Él; al contrario, debe ser un medio más para ser instrumentos de Cristo, cooperadores de su obra salvadora desde nuestra enfermedad y con nuestra enfermedad. Hermano, la fuerza y el valor del Apóstol Pablo no residían en el mismo, sino en la gracia y valor que venía de Cristo…”Todo lo puedo en El”; nosotros no somos nadie y no podemos nada sin Él, también nosotros podemos y debemos llegar a decir de la misma manera…”Todo lo puedo en El” (momento de silencio y meditación)
CANTO: Cristo te necesita para amar.
SALMO RESPONSORIAL: R: Compadécete de mí, Señor, estoy enfermo.
REPARACIÓN:
Señor Jesús, tus nos has prometido habitar siempre con nosotros. Tú verdaderamente llamaste a todos los cristianos a acercarse y compartir tu Cuerpo y tu Sangre. Pero nuestros pecados nos han dividido y no está en nuestro poder compartir juntos la Santa Eucaristía. Nosotros confesamos nuestro pecado y te pedimos: perdónanos y ayúdanos a tomar los caminos de la reconciliación según tu voluntad. Abraza nuestros corazones con el fuego del Espíritu Santo, concédenos el Espíritu de Sabiduría y de Fe; de audacia y de paciencia; de humildad y firmeza; de amor y arrepentimiento, por las oraciones de la Santísima Virgen Madre de Dios y de todos los Santos. AMEN
SUPLICA:
Señor Jesús, te acepto en mi corazón y en mi vida: quiero que Tú seas mi Señor, perdona mis pecados, y purificarme con tu Sangre Divina. Yo pongo ante ti mi sufrimiento y mi enfermedad. Sáname, Señor, por el poder de tus gloriosas llagas, por tu cruz y por tu preciosísima Sangre. Tú eres el buen pastor y yo soy una de las ovejas de tu redil: ten compasión de mí. Tú eres siempre el mismo. Tú tienes siempre el mismo poder; yo creo que Tú puedes sanarme porque tienes la misma compasión que tenías con los enfermos; porque eres la resurrección y la vida.
Gracias, Señor Jesús, por lo que haces por mí y acepto tu plan de amor.
Te doy gracias y te alabo. A M E N
Recibamos en el corazón a Dios que te ama.
CANTO: Dios está aquí.
Oración:
Señor Jesús, desde este lugar, alabo tu nombre sabiendo que estás aquí, te pido sanes el corazón triste por la enfermedad, pero lleno de confianza en tu amor infinito. En nombre de ese amor te pido me sanes. Bendito y alabado sea Jesús. Abro, abro mi corazón Señor. En tus manos estoy. Bendito seas.
Repetimos tres veces: Dios te ama. Dios te ama. Dios te ama.
CANTO:
Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Señor.
Dios está aquí, venid, adoradores, adoremos a Cristo Redentor.
Gloria a Cristo Jesús; cielos y tierra, bendecid al Señor;
honor y gloria a ti, Rey de la gloria, amor por siempre a ti, Dios del Amor.
PRECES POR LA IGLESIA
Con un solo corazón y una sola alma, elevemos, hermanos, nuestras oraciones a Dios nuestro Padre, por el bien de la santa Iglesia y la salvación de todos los hombres.
- Por la santa Iglesia de Dios: para que tenga unidad, libertad y paz en todo el mundo. Roguemos al Señor.
- Por nuestra Iglesia Arquidiocesana: para que Dios dé luz a los incrédulos, perdón a los pecadores y alegría a los que esperan en él. Roguemos al Señor.
- Por todos los enfermos que siempre esperan en el Señor: para que sean sanados y liberados. Roguemos al Señor.
- Por la paz exterior e interior de las naciones: para que en todo momento y circunstancia Cristo sea glorificado.
Roguemos al Señor.
- Por las necesidades de todos los hombres: para que el Señor las remedie con su misericordia.
Roguemos al Señor.
- Por los que desde nuestra casa: para que, unidos en el amor, seamos una viva imagen de la Iglesia universal.
Roguemos al Señor.
Padrenuestro
Alabanzas
Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Señor danos sacerdotes
Señor danos sacerdotes santos.
Señor danos muchos sacerdotes santos.
Señor da la salud a los enfermos.
Señor danos la paz.
Señor nuestro, Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


2020 abril jueves 16