SABADO SANTO. VIGILIA DE PASCUA.
8:00 p.m.
Preparativos:
• Leña para fogata y debe colocarse desde las tres de la
tarde. Tener presente que hay que colocar una protección debajo
para que no reviente el cemento.
• Cirio Pascual. Buscarlo, encargarlo con tiempo.
• Incienso, carbones.
• Cirios. (velas y velones)
• Fuente con agua bendita frente a la puerta principal de la entrada
del templo que está cerrada.
• Hacer bastantes bolsas con agua. (las populares bolsitas para
helados) y colocarlas para que el sacerdote las bendiga y se reparten
la salir la gente de la celebración. Las que sobren se reparten
al otro día en la misa de pascua.
• Linterna (por si acaso se va la luz)
• Mesa con mantel
• Bandeja con los granos de incienso para el cirio.
• El porta cirio bien adornado
• Lectores
• Coro
• Adultos que se van a bautizar en un sitio especial.
• 3 cajas de velas que se reparten a la entrada del estacionamiento.
• Ambón o sede para leer las lecturas en el estacionamiento
y en la puerta principal del templo.
• Equipo de sonido. Recuerden que hay unas lecturas en el estacionamiento
y otras frente a la puerta principal del templo
Ceremonia:
1. El templo está cerrado. Todos han sido recibidos en el estacionamiento.7:30
p.m. santo rosario de la espera.
2. Coro…
3. Monición: Toda la comunidad, en armonía con la Iglesia,
ha permanecido junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión
y su muerte. Ahora comenzaremos la Vigilia, es decir, la espera anhelada
y gozosa del encuentro con el Señor.
4. Se enciende el fuego: Uno de los responsables, después de haber
colocado papel y gasoil en la leña, enciende (dejando que crezca
y coja fuerza)
5. Sacerdote exhorta: Hermanos: en esta noche santa, en que nuestro Señor
Jesucristo pasó de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos
sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en
oración. Si conmemoramos así la Pascua del Señor, escuchando
su palabra y participando en sus sacramentos, podremos esperar tener parte
en su triunfo sobre la muerte y vivir con él siempre en Dios.
6. Bendición del fuego:
Oremos: Dios nuestro, que por medio de tu Hijo has comunicado el fuego
de tu luz: bendice † este fuego, y concédenos que la celebración
de estas fiestas pascuales encienda en nosotros el deseo del cielo, para
que podamos llegar con el espíritu renovado a la fiesta de la eterna
luz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
7. Bendición del cirio
Pascual: un acólito o uno de los ministros lleva el cirio pascual
ante el celebrante, que con un punzón graba la cruz en el mismo
cirio. Después hace sobre él la letra griega alfa, y debajo
la letra omega, y entre los brazos de la cruz los números que expresan
el año en curso, mientras dice:
1. Cristo ayer y hoy. (Traza la línea vertical.)
2. Principio y fin. (Traza la línea horizontal.)
3. Alfa. (Traza la letra alfa arriba de la línea vertical.)
4. Y omega. (Traza la letra omega debajo de la línea vertical.)
5. Suyo es el tiempo. (Traza el primer número del año en
curso en el ángulo superior izquierdo de la cruz.)
6. Y la eternidad. (Traza el segundo número del año en el
ángulo superior derecho.)
7. A él la gloria y el poder. (Traza el tercer número del
año en el ángulo inferior izquierdo.)
8. Por los siglos de los siglos. Amén. (Traza el cuarto número
del año en el ángulo inferior derecho.)
8. Después de haber
trazado la cruz y los otros signos, el celebrante incrusta en el cirio
cinco granos de incienso, en forma de cruz, mientras dice:
1. Por sus llagas 2. Santas y gloriosas 3. nos proteja 4. y nos guarde
5. Jesucristo nuestro Señor. Amén.
9. El sacerdote toma fuego
de la fogata y enciende el cirio Pascual, diciendo: La luz de Cristo,
que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.
10. Coro…
11 Lecturas. Vio Dios todo
lo que había hecho y lo encontró muy bueno
Lectura del libro del Génesis 1, 1-31; 2, 1-2
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad
y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu
de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: «Que
exista la luz».Y la luz existió. Vio Dios que la luz era
buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz
“día” y a las tinieblas “noche”. Fue la
tarde y la mañana del primer día.
Dijo Dios: «Que haya una bóveda entre las aguas, que separe
unas aguas de otras».E hizo Dios una bóveda y separó
con ellas las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue.
Llamó Dios a la bóveda “cielo”. Fue la tarde
y la mañana del segundo día.
Dijo Dios: «Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo
lugar y que aparezca el suelo seco».Y así fue. Llamó
Dios “tierra” al suelo seco y “mar” a la masa
de las aguas. Y vio Dios que era bueno. Dijo Dios: «Verdee la tierra
con plantas que den semilla y árboles que den fruto y semilla,
según su especie, sobre la tierra». Y así fue. Brotó
de la tierra hierba verde que producía semilla, según su
especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según
su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana
del tercer día.
Dijo Dios: «Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que
separen el día de la noche, señalen las estaciones, los
días y los años, y luzcan en la bóveda del cielo
para iluminar la tierra». Y así fue. Hizo Dios las dos grandes
lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día y la menor, para
regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras
en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día
y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
Fue la tarde y la mañana del cuarto día.
Dijo Dios: «Agítense las aguas con un hervidero de seres
vivientes y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda
del cielo». Creó Dios los grandes animales marinos y los
vivientes que en el agua se deslizan y la pueblan, según su especie.
Creo también el mundo de las aves, según sus especies. Vio
Dios que era bueno y los bendijo, diciendo: «Sean fecundos y multiplíquense;
llenen las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra».
Fue la tarde y la mañana del quinto día.
Dijo Dios: «Produzca la tierra vivientes, según sus especies».
Y así fue. Hizo Dios las fieras, los animales domésticos
y los reptiles, cada uno según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que
domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos
y a todo animal que se arrastra sobre la tierra».
Y creó Dios al hombre a su imagen: a imagen suya lo creó;
hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: «Sean
fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla;
dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos ser viviente
que se mueve sobre la tierra». Y dijo Dios: «He aquí
que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la
tierra, y todos los árboles que producen frutos y semilla, para
que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todos
las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres
que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas».Y
así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró
muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.
Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos,
y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día
de todo cuanto había hecho.
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial Sal 103, 1-2a.5-6.10.12.13-14.24
Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma
mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. Te
vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.
Bendice al Señor, alma mía.
Sobre bases inconmovibles asentaste
la tierra para siempre. Con un vestido de mares la cubriste y las aguas
en las montañas concentraste.
Bendice al Señor, alma mía.
En los valles haces brotar
las fuentes, que van corriendo entre montañas; junto a ellas vienen
a vivir las aves, y entre las ramas cantan.
Bendice al Señor, alma mía.
Desde tu cielo riegas los montes
y sacias la tierra del fruto de tus manos; haces brotar hierba para los
ganados y pasto para los que sirven al hombre.
Bendice al Señor, alma mía.
¡Qué numerosas
son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría!;
la tierra está llena de tus criaturas. Bendice al Señor,
alma mía.
Bendice al Señor, alma mía.
Oración. Oremos: Dios
todopoderoso y eterno, admirable siempre en tus obras; que tus redimidos
comprendan cómo la creación del mundo en el comienzo de
los siglos no fue obra de mayor grandeza que el sacrificio pascual de
Cristo en la plenitud de los tiempos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Lectura del libro
del Génesis 22, 1-2.9a.-13.15-18 En aquel tiempo, Dios le puso
una prueba a Abrahán y le dijo: «¡Abrahán, Abrahán!»
El respondió: «Aquí estoy». Y Dios le dijo:
«Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a
la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte
que yo te indicaré». Abrahán madrugó, aparejó
su burro, tomó consigo a dos de sus criados y a su hijo Isaac;
cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar
que Dios le había indicado. Al tercer día divisó
a lo lejos el lugar. Les dijo entonces a sus criados: «Quédense
aquí con el burro; yo iré con el muchacho hasta allá,
para adorar a Dios y después regresaremos». Abrahán
tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su
hijo Isaac y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban
juntos. Isaac dijo a su padre Abrahán: ¡Padre!»El respondió:
¿Qué quieres, hijo? El muchacho contestó: «Ya
tenemos fuego y leña, ¿pero dónde está el
cordero para el sacrificio?» Abrahán le contestó:
«Dios nos dará el cordero para el sacrificio, hijo mío».
Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que Dios le había
señalado, Abrahán levantó un altar y acomodó
la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar,
encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo. Pero
el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo:
¡Abrahán, Abrahán! El contestó: Aquí
estoy. El ángel le dijo: No descargues la mano contra tu hijo,
ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado
a tu hijo único. Abrahán levantó los ojos y vio un
carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero
y lo ofreció en sacrificio, en lugar de su hijo. Abrahán
puso por nombre a aquel sitio “el Señor provee”, por
lo que aun el día de hoy se dice: “el monte donde el Señor
provee”. El ángel del Señor volvió a llamar
a Abrahán desde el cielo y le dijo: Juro por mí mismo, dice
el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo
único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia
como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán
las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos
los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras». Palabra
de Dios.
Salmo Responsorial Sal 15,
5.8.9-10.11
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
El Señor es la parte
que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. Tengo
siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás
tropezaré.
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
Por eso se me alegran el corazón
y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me
abandonarás a la muerte, ni dejarás que sufra yo la corrupción.
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
Enséñame el camino
de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría
perpetua junto a ti. Protégeme, Dios mío, porque me refugio
en ti.
Oración. Oremos:
¡Oh Dios, Padre supremo de los creyentes!, que multiplicas sobre
la tierra los hijos de tu promesa con la gracia de la adopción
y, por el misterio pascual, hiciste de tu siervo Abrahán el padre
de todas las naciones, como lo habías prometido: concede a tu pueblo
responder dignamente a la gracia de tu llamada. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
Lectura del libro del Exodo 14, 15-31; 15, 1ª
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: ¿Por
qué sigues clamando a mí? Diles a los israelitas que se
pongan en marcha. Y tú alza tu bastón, extiende tu mano
sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en el mar
sin mojarse. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para
que los persigan, y me cubriré de gloria a expensas del faraón
y de sus carros y de su caballería. Sabrán los egipcios
que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a expensas
del faraón, de sus carros y de su caballería.
El ángel del Señor, que iba al frente de las huestes de
Israel, se colocó tras ellas, también la columna de nube
de delante se desplazó de allí y se puso a sus espaldas,
colocándose entre el campamento de los israelitas y el campamento
de los egipcios. La nube era tinieblas para unos y claridad para otros,
y así los ejércitos no trabaron contacto durante toda la
noche.
Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor
hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó
el mar y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio mar
como en tierra seca, mientras que las aguas formaban una muralla a su
derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución,
entrando tras ellos toda la caballería del faraón, sus carros
y sus soldados. Hacia el amanecer, el Señor miró desde la
columna de fuego y humo al ejército de los egipcios y sembró
entre ellos el pánico.
Trabó las ruedas de sus carros, que apenas podían avanzar.
Dijeron entonces los egipcios: «Huyamos de Israel, porque el Señor
lucha en su favor contra Egipto».
Entonces el Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano
sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus
jinetes» Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y
al amanecer las aguas volvieron a su sitio.
Al huir los egipcios se encontraron con ellas, y el Señor los derribó
en medio del mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes
y todo el ejército del faraón que se había metido
en el mar para perseguir a Israel.
Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por lo
seco en medio del mar; las aguas les hacían muralla a derecha e
izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las
manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar.
Israel vio la mano fuerte del Señor y creyó en el Señor
y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron un cántico
al Señor.
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial
Ex 15, 1-2.3-4.5-6.17-18
Alabemos al Señor por su victoria.
Cantemos al Señor, sublime
es su victoria: caballos y jinetes arrojó en el mar. Mi fortaleza
y mi canto es el Señor, él es mi salvación, él
es mi Dios, yo lo alabaré; es el Dios de mis padres, yo le cantaré.
Alabemos al Señor por su victoria.
El Señor es un guerrero,
su nombre es el Señor. Precipitó en el mar los carros del
faraón y a sus guerreros; ahogó en el mar Rojo a sus mejores
capitanes.
Alabemos al Señor por su victoria.
El mar cayó sobre ellos;
en las temibles aguas como plomo se hundieron. Extendiste tu diestra,
Señor, y se los tragó la tierra.
Alabemos al Señor por su victoria.
Tú llevas a tu pueblo
para plantarlo en el monte que le diste en herencia, en el lugar que convertiste
en tu morada, en el santuario que construyeron tus manos. Tú, Señor,
reinarás para siempre.
Alabemos al Señor por su victoria.
Oración Oremos: Tus
antiguos prodigios se renuevan, Señor, también en nuestros
tiempos, pues lo que tu poder hizo con las aguas para librar un solo pueblo
de la esclavitud del faraón, lo repites ahora por medio del agua
del bautismo, para salvar a todas las naciones. Concede a los humanos
del mundo entero contarse entre los hijos de Abrahán y participar
de la dignidad del pueblo elegido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Lectura del libro del profeta
Isaías 54, 5-14
Salmo Responsorial Del salmo 29 Te alabaré, Señor eternamente.
Oración. Oremos: Dios todopoderoso y eterno, multiplica, fiel a
tu palabra, la descendencia que aseguraste a la fe de nuestros padres,
y aumenta con tu adopción los hijos de la promesa, para que tu
Iglesia vea en qué medida se ha cumplido ya cuanto los patriarcas
creyeron y esperaron. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
Lectura del libro del profeta
Isaías 55, 1-11
Salmo Responsable Isaías 12 El Señor es mi Dios y salvador.
Oración. Oremos: Dios todopoderoso y eterno, esperanza única
del mundo que anunciaste por la voz de tus profetas los misterios de los
tiempos presentes: atiende los deseos de tu pueblo, porque ninguno de
tus fieles puede progresar en la virtud sin la inspiración de tu
gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Lectura del libro del profeta
Baruc 3, 9-5, 32-38; 4, 1-4
Salmo Responsorial Del Salmo 18 Señor, tú tienes palabras
de vida eterna.
Oración. Oremos: ¡Oh Dios!, que sin cesar haces crecer a
tu Iglesia agregando a ella nuevos hijos: defiende con tu constante protección
a cuantos purificas en el agua del bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Lectura del libro del profeta
Ezequiel 36, 16-28
Salmo Responsorial De los salmos 41 y 42 Estoy sediento del Dios que da
la vida.
Oración. Oremos: Señor, Dios todopoderoso, poder inmutable
y luz sin ocaso, prosigue bondadoso a través de tu Iglesia, sacramento
de salvación, la obra que tu amor dispuso desde la eternidad; que
todo el mundo vea y reconozca que los caídos se levantan, que se
renueva lo que había envejecido y que todo se integra en Aquél
que es el principio de todo, Jesucristo, nuestro Señor. Que vive
y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.
12. Coro…
13. Los ministros empiezan a encender las velas a los fieles y se da inicio
a una procesión hasta las puertas del templo. Donde otro ministro
lee el Pregón Pascual
13. Pregón pascual…
Alégrense por fin los coros de los ángeles, alégrense
las jerarquías del cielo, y, por la victoria de Rey tan poderoso,
que las trompetas anuncien la salvación. Goce también la
tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del
Rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de
luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.
Por eso, queridos hermanos, que asisten a la admirable claridad de esta
luz santa, invoquen conmigo la misericordia de Dios omnipotente, para
que Aquél que, sin mérito mío, me agregó al
número de sus sacerdotes, infundiendo el resplandor de su luz,
me ayude a cantar las alabanzas de este cirio.
Prefacio. Las fiestas pascuales
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, aclamar con nuestras voces y con todo
el afecto del corazón a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán
y, derramando su sangre, canceló la condena del antiguo pecado.
Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el
verdadero Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Esta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.
Esta es la noche en que la columna de fuego esclareció en las tinieblas
del pecado.
Esta es la noche en la que, los que creen en Cristo por toda la tierra,
son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, son
restituidos a la gracia y son agregados a los santos.
Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende
victorioso del abismo.
¿De que nos serviría haber nacido si no hubiéramos
sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por
nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar
al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte
de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal redentor!
¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el
momento que Cristo resucitó de entre los muertos.
Esta es la noche de la que estaba escrito: «Será la noche
clara como el día, la noche iluminada por mi gozo». Y así,
esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia
a los caídos, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los
poderosos.
En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, este sacrificio vespertino
de alabanza, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este
cirio, hecho con cera de abejas. Sabemos ya lo que anuncia esta columna
de fuego, ardiendo en llama viva para la gloria de Dios. Y aunque distribuye
su luz, no mengua al repartirla, porque se alimenta de esta cera fundida
que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa.
¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra,
lo humano con lo divino!
Te rogamos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre, para
destruir la oscuridad de esta noche y, aceptado como perfume, se asocie
a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso y es Jesucristo, tu Hijo resucitado, que,
al salir del sepulcro, brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina
glorioso por los siglos de los siglos. Amén.
14. Monición: Con el pregón solemne de la Pascua, hemos
entrado ya en la noche santa de la resurrección del Señor.
Escuchemos, en silencio meditativo, la palabra de Dios. Recordemos las
maravillas que Dios ha realizado para salvar al primer Israel, y cómo
en el avance continuo de la historia de la salvación, al llegar
los últimos tiempos, envió al mundo a su Hijo, para que,
con su muerte y resurrección, salvara a todos los humanos. Mientras
contemplamos la gran trayectoria de esta historia santa, oremos intensamente,
para que el designio de salvación universal, que Dios inició
con Israel, llegue a su plenitud y alcance a toda la humanidad por el
misterio de la resurrección de Jesucristo.
15. Sacerdote bendice la fuente del agua
Invoquemos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que bendiga
esta agua, que va a ser derramada sobre nosotros en memoria de nuestro
bautismo; y pidámosle que nos renueve interiormente para que permanezcamos
fieles al espíritu, que hemos recibido. Señor Dios nuestro,
escucha las oraciones de tu pueblo que vela en esta noche santa, en que
celebramos la acción maravillosa de nuestra creación y la
maravilla aún más grande de nuestra redención; dígnate
† bendecir esta agua. La creaste para hacer fecunda la tierra y
para favorecer nuestros cuerpos con el frescor y la limpieza. La hiciste
también instrumento de misericordia al librar a tu pueblo de la
esclavitud y al apagar con ella su sed en el desierto; por los profetas
la revelaste como signo de la nueva alianza que quisiste sellar con los
humanos. Y cuando Cristo descendió a ella en el Jordán,
renovaste nuestra naturaleza pecadora con el baño del nuevo renacimiento.
Que esta agua, Señor, avive en nosotros el recuerdo de nuestro
bautismo, y nos haga participar en el gozo de nuestros hermanos bautizados
en la Pascua. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
16. Monitor: Hermanos, por el misterio Pascual hemos sido sepultados con
Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por tanto, al
terminar el tiempo de penitencia de la Cuaresma, renovemos las promesas
de nuestro bautismo con las cuales en otro tiempo renunciamos a Satanás
y a sus obras, y nos comprometimos a servir a Dios en la santa Iglesia
católica.
17. Renovación de las
promesas bautismales
Celebrante: ¿Renuncian al pecado para vivir en la libertad de los
hijos de Dios?
Todos: Sí, renuncio.
Celebrante: ¿Renuncian
a todas las seducciones del mal, para que el pecado no los esclavice?
Todos: Sí, renuncio.
Celebrante: ¿Renuncian
a Satanás, padre y príncipe del pecado?
Todos: Sí, renuncio.
Celebrante: ¿Creen en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo
y de la tierra? Todos: Sí, creo.
Celebrante: ¿Creen en
Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació
de Santa María Virgen, padeció y murió por nosotros,
resucitó y está sentado a la derecha del Padre?
Todos: Sí, creo.
Celebrante: ¿Creen en
el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión
de lo santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección
de los muertos y en la vida eterna?
Todos: Sí, creo.
Celebrante: Que Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos liberó del pecado
y nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos conserve
con su gracia, unidos a Jesucristo, nuestro Señor, para la vida
eterna. Amén.
19. Todos apagan sus velas.
Y se abren las puertas del templo
20. El coro…
21. El sacerdote empieza a bendecir a todos los fieles que van entrando
al templo
22. El Ministro entra con el
cirio: Luz de Cristo
23. Todos: Demos gracias a
Dios.
24. Frente al altar. Se recita
o canta el gloria. Con el sonido de todas las campanas y campanillas que
se encuentren en el templo.
25. Oración colecta:
Oremos: Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche santa con la gloria
del Señor resucitado, aviva en tu Iglesia el espíritu filial
para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu
servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
26. Lector: Cristo, una vez
resucitado de entre los muertos, ya nunca morirá Lectura de la
carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6,3-11
Hermanos: Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús
por medio del bautismo, hemos sido incorporados a su muerte. En efecto,
por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que,
así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva.
Porque, si hemos estado íntimamente unidos a él por una
muerte semejante a la suya, también lo estaremos en su resurrección.
Sabemos que nuestro viejo yo fue crucificado con Cristo, para que el cuerpo
del pecado quedara destruido, a fin de que ya no sirvamos al pecado, pues
el que ha muerto queda libre del pecado. Por lo tanto, si hemos muerto
con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con él;
pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya nunca
morirá. La muerte ya no tiene dominio sobre él, porque al
morir, murió al pecado de una vez para siempre; y al resucitar,
vive ahora para Dios. Lo mismo ustedes, considérense muertos al
pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios.
27. Otro lector. Canta el Salmo. Aleluya, aleluya…
Salmo Responsorial Salmo 117 Aleluya, aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia
es eterna. Diga la casa de Israel: Su misericordia es eterna.
«Aleluya, aleluya».
La diestra del Señor
es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré,
continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho.
Aleluya, aleluya.
La piedra que desecharon los
constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del
Señor, es un milagro patente.
Aleluya, aleluya.
28. Coro…
29. Evangelio. Ha resucitado e irá delante de ustedes a Galilea
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28, 1-10
Transcurrido el sábado, al amanecer del primer día de la
semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el
sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor, porque el ángel
del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro,
hizo rodar la piedra que lo tapaba y se sentó encima de ella. Su
rostro brillaba como el relámpago y sus vestiduras eran blancas
como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron
a temblar y se quedaron como muertos. El ángel se dirigió
a las mujeres y les dijo: «No teman. Ya sé que buscan a Jesús,
el crucificado. No está aquí; ha resucitado, como lo había
dicho. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto. Y ahora, vayan
de prisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre
los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allá lo
verán”. Eso es todo» Ellas se alejaron a toda prisa
del sepulcro y, llenas de temor y de gran alegría, corrieron a
dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les
salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron,
le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: No
tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá
me verán. Palabra del Señor.
30. Si hay bautizos de adultos se hace en este momento.
31. Oración de los Fieles
Celebrante: Supliquemos, hermanos, a Cristo, el Ungido de Dios, en cuyas
manos el Padre ha puesto todas las cosas, y pidámosle que escuche
nuestra oración: Para que todos los cristianos sepan seguir el
ejemplo de humildad del Señor, que lavó los pies de sus
discípulos, e imiten la bondad de Aquél que aceptó
las lagrimas de Pedro, que lo había negado.
Responderemos: Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que el Papa Juan Pablo
II y sus presbíteros, que en estos días han recordado el
inicio de su ministerio y han renovado sus promesas, vivan plenamente
conformes a Jesús y sean siempre fieles a lo que en su ordenación
prometieron, oremos.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que el Señor, que
se entregó a la muerte para reunir a los hijos de Dios que estaban
dispersos, inspire sentimientos de conversión a los que por el
pecado o por la indiferencia se han alejado de la Iglesia, oremos.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que los enfermos, al ser
ungidos con el óleo de la salvación, experimenten la protección
del Señor y sientan mejora en su enfermedad y alivio en sus dolores,
oremos.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Para que el Señor, que
con su humillación nos exalta, con su entrega nos merece el perdón,
con su sangre nos purifica y con su cuerpo nos alimenta, ilumine también
nuestras mentes para que comprendamos y amemos los misterios que hoy conmemoramos,
oremos.
Te rogamos, Señor, óyenos.
Celebrante:
Señor Jesucristo, ya que, mientras vivimos aún en este mundo,
nos invitas a participar en la mesa que es imagen del banquete eterno,
escucha nuestra oración y haz que los que ahora nos reunimos para
celebrar el sacramento de tu triunfo podamos ser también tus comensales
en el banquete de la Pascua eterna. Tú, que vives y reinas por
los siglos de los siglos. Amén.
32. Coro…
33 Oración sobre las
Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos
que el memorial de la muerte y resurrección de Jesucristo, que
estamos celebrando, nos obtenga la fuerza para llegar a la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
34. Prefacio. El misterio pascual
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte
siempre, Señor; pero más que nunca en esta noche en que
Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del
mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró
la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda
de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles
y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
35. Coro: Santo, Santo, Santo…
36. Consagración…
37. Coro: la paz y cordero.
38. Comunión
39. Coro…
40. Oración después
de la Comunión
Oremos: Infúndenos, Señor, tu espíritu de caridad,
para que vivamos siempre unidos en tu amor los que hemos participado en
este sacramento de la muerte y resurrección de Jesucristo. Que
vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
41. Bendición solemne.
42. Coro…
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