| Cuando 
        muere un ser queridoA todos nos llegará el momento de ver morir a los familiares y 
        seres queridos. Ante este hecho tan doloroso se hace necesario que reflexionemos.
 “Nadie puede explicarnos el dolor, su ilimitado alcance ni sus profundidades 
        misteriosas. Nadie nos puede describir el vacío que deja en el 
        mismo centro de nuestro ser, ese vacío que nada lo llena”.
 La muerte de un ser querido llega en muchas formas…el esposo o la 
        madre a quien uno quiso mucho durante medio siglo…el niño 
        que uno nunca conoció…la muerte violenta, o el suicidio, 
        de un amigo. En cualquier forma que sea, la muerte de un ser querido nos 
        sacude y nos llena de una sensación de que todo se ha acabado, 
        para lo cual nadie está realmente preparado.
 Entendiendo 
        el dolor“Nunca nadie me dijo que el dolor se sentía como se siente 
        el miedo…La misma tensión en el estómago, el mismo 
        malestar”.
  Las reacciones físicas más 
        comunes son el agotamiento, la pérdida o el aumento del apetito, 
        el insomnio, tensión en el pecho, falta de la respiración 
        y mareos. Los efectos emocionales incluyen el no reaccionar, la ansiedad, 
        a veces hasta un sentido de culpa. También se llega a sentir rabia, 
        depresión, irritabilidad, falta de concentración, abandono 
        y miedo de “enloquecerse”. Estas sensaciones son difíciles 
        pero son normales. “Si la relación con la persona 
        fallecida era problemática, el proceso de recuperación puede 
        ser aún más complicado, especialmente si al momento del 
        fallecimiento no se habían resuelto algunos problemas”. “Si 
        usted quiere resolver su pena, si quiere sobrepasar el dolor…pues 
        tarde o temprano deberá enfrentarlo y atravesarlo” ¿Qué 
        hacer cuando se le muere un familiar aun amigo?• Escuche. Esté presente, sin pensar que tiene que dar consejos 
        constantemente, o estar levantando el ánimo.
 • Deje que su amigo llore.
 • Comparta recuerdos de la persona que falleció.
 • Evite decir, “entiendo cómo te sientes”. Nadie 
        puede entender el dolor de otros.
 • Visite, llame y escriba regularmente.
 • Ofrezca apoyo, pero deje que la persona que sufre tome sus propias 
        decisiones.
 • Acepte los cambios que verá en su amigo. La pena por duelo 
        puede causar altas y bajas emocionales. Rece por su amigo.
 Diez 
        pasos hacia la recuperación.1. Tómese el tiempo que necesite para sentir pena, y para recuperarse.
 2. Permita que sus seres queridos sepan cómo se siente.
 3. Hable con alguien que ha pasado por una experiencia semejante. Considere 
        recurrir a un grupo de apoyo.
 4. Escribir notas diariamente puede ser una buena válvula de escape.
 5. Sea bondadoso consigo mismo. Aliméntese y haga ejercicio. La 
        actividad física alivia el estrés.
 6. No se permita a sí mismo colocarse en un pedestal, por la admiración 
        que otros tengan de su valentía.
 7. Lea, infórmese sobre la pena y el duelo. Los profesionales, 
        y quienes han pasado por una experiencia similar, tienen mucho que enseñar.
 8. El momento más difícil puede presentarse a los seis meses 
        del fallecimiento, cuando los demás comiencen a pensar que usted 
        ya se tiene que haber recuperado.
 9. Trate de ayudar a los demás. Eso es bueno para no pensar demasiado 
        en sí mismo.
 10. Rece. Sepa que Dios está con usted en su dolor y en su soledad, 
        y que le dará fuerzas para seguir adelante.
 
 Oremos a Dios Padre Todopoderoso por el eterno descanso de nuestro 
        hijo, y pidamos con fe firme en la resurrección, que cada uno de 
        nosotros, en medio de este dolor, comprenda la necesidad de amarnos en 
        la vida y de llegar a la plenitud de la solidaridad en del abrazo del 
        perdón. Te lo pedimos por Jesucristo que vive y reina por los siglos 
        de los siglos. Amén.
 Parroquia Santa Ana, Padre Marcelo y el Consejo Parroquial
 El Padre siempre misericordioso, el Dios del que viene todo consuelo, 
        el que nos conforta en todas nuestras aflicciones.
 2 Corintios 1:3,4
 
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