Volvemos otra vez a Santa Inés

Volver no significa ir simplemente. Tampoco regresar.

Es encontrarse con un templo lleno de historia, de amor y de muchos sacrificios, pero es también dejarse cautivar por la serenidad de una niña, bella y hermosa, Santa Inés, quien a pesar de la maldad, el egoísmo y el odio no sucumbe, más bien triunfa, con aquella máxima bíblica: vence el mal con el bien. Romanos 12,21

Lo digo porque vivimos tiempos recios y tiempos oscuros, y para ello lámpara que ilumine en la mano. Nada de maldecir la oscurana que nos envuelve, bien nos dejó la madre Teresa de Calcuta brillante enseñanza, encender una luz de esperanza. Nada de maldecir. Pues, delante de Santa Inés que vivió duros momentos, se nos hace presente este rico evangelio de Marcos 1,40-45 donde un enfermo, delante de su dolor, le dice a Jesús: si quieres puedes curarme. Pero, para que eso pase se necesita fe y de la buena.

El enfermo, un leproso, un desahuciado, uno que no tenía remedio. Recuerdo aquello que me decía mi mamá. El médico no tiene la última palabra, la tiene Dios. A Dios rogando y con el mazo dando. Dios aprieta pero no ahorca. Ese enfermo, con fe, con decisión, recurre a Dios y obtiene la sanación, pues para Dios, en su misericordia, nada le es imposible, para eso, insisto requiere de nosotros fuerza, convicción y decisión. Querer es poder y más puede quien quiere, que quien tiene.

Para lograr sanación se hace necesario, hacer un poquito más. Escuchen esta historia de un mercader y los camellos.

Resulta que un rico mercader salió a vender mercancías en compañía de sus servidores y con una caravana de 12 camellos.

De noche, pararon en un oasis y cuando el señor ya estaba listo para dormir, llegó su asistente y le dijo: Señor, tenemos un problema: Ya hemos amarrado 11 camellos pero olvidamos traer una estaca y no sabemos qué hacer con el que nos falta. Muy sencillo, dijo el mercader: Simula delante del animal que clavas la estaca y lo amarras a ella. El camello, que es torpe, creerá que está sujeto y se quedará quieto. Los servidores hicieron lo que dijo su señor y se fueron a dormir. Al amanecer vieron que todos los camellos estaban en su lugar. Fue de nuevo el asistente y le dijo al comerciante que tenían los camellos listos para partir, pero no podían poner en camino al camello número 12. El señor les dijo que simularan desatarlo porque creía que estaba amarrado. Así se hizo y la caravana pudo proseguir su camino.

La moraleja, la enseñanza nos señala que nosotros, también vivimos atados a muchos lazos mentales. Y son lazos que nos detienen. Por ejemplo esa frase diabólica: no se puede. Yo soy pobre. Me persigue la mala suerte. Olvidando que Dios nos acompaña, nos bendice y nunca nos abandona.

Yo no estoy aquí para complacer al Padre Chuo que me invitó. Yo estoy aquí para ser bendecido. Para tomar fuerza. Para sentir la fuerza de una santa mujer que supo vencer la maldad y el odio. Que venció el egoísmo con la gracia del amor de Dios.

Vamos a decirle a Dios desde Santa Inés: Señor Jesús, aquí estoy, soy tu hijo. Estoy viviendo esta situación. Quiero colocarme en tus manos como barro en manos del alfarero. Hazme de nuevo. Quiero comenzar a ser una persona nueva. Amén.

http://www.diosbendice.org/

Padre Marcelo. @padrerivas