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Audiencia general de los Miércoles
 

Benedicto XVI prosiguió en la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro y a la que asistieron 35.000 personas, la catequesis sobre la llamada y la misión de los apóstoles, iniciada la semana anterior.

"La carta de San Pablo a los Efesios -dijo el Papa- presenta a la Iglesia como una construcción edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas y teniendo como piedra angular a Cristo Jesús", y "los Evangelios concuerdan a la hora de establecer que la llamada de los apóstoles marcó los primeros pasos del ministerio de Jesús".

El Santo Padre explicó después esta llamada en los diversos relatos evangélicos. San Marcos y San Matero colocan la escena en el lago de Galilea y Jesús llama a los pescadores Simón, Andrés, Santiago y Juan a ser "pescadores de hombres". San Lucas se detiene en la pesca milagrosa, que "ofrece el símbolo de la misión de pescadores de hombres. El destino de los que han sido "llamados", estará ligado íntimamente al de Jesús. El apóstol es un enviado, pero antes de nada es un "experto" de Jesús".

Para San Juan, el encuentro tiene lugar a orillas del Jordán y "arroja luz sobre el mundo espiritual" de los apóstoles, que eran "hombres en espera del Reino de Dios, deseosos de conocer al Mesías, cuya llegada se anunciaba inminente. Les basta la indicación del Bautista, que señala en Jesús al Cordero de Dios, para que brote en ellos el deseo de un encuentro personal con el Maestro".

"La aventura de los apóstoles comienza así -prosiguió Benedicto XVI-, como un encuentro de personas que se abren recíprocamente. Comienza para los discípulos un conocimiento directo del Maestro. No tendrán que anunciar una idea, sino ser testigos de una persona. Antes de ser mandados a evangelizar tendrán que "estar" con Jesús, estableciendo con el una relación personal. Sobre esta base, la evangelización será solamente un anuncio de lo que se ha experimentado y una invitación a entrar en el misterio de la comunión con Cristo".

El Papa explicó después que si en el Evangelio Cristo parece restringir sólo a Israel la misión de los apóstoles, cuando dice "No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la Casa de Israel", en realidad estas palabras se deben colocar en el contexto de la relación con Israel como "comunidad de la alianza", ya que "según la esperanza mesiánica las promesas divinas se cumplirían cuando Dios mismo, a través de su Elegido, reuniría a su pueblo como hace un pastor con su rebaño".

"Jesús es el pastor escatológico que agrupa las ovejas perdidas de la Casa de Israel y las busca porque las conoce y las ama -concluyó el Santo Padre-, y a través de esta "búsqueda", el Reino de Dios se anuncia a todas las gentes". Después de la pasión y la resurrección de Jesús "el carácter universal de la misión de los apóstoles será explícito. Cristo les enviará "por todo el mundo", "a todas las naciones", "hasta los confines extremos de la tierra".