Dios es ternura y |
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Navidad - Navidad -Navidad -Navidad -Navidad -Navidad -Navidad - |
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1. Lo que no es la navidad 2. ¿Qué es la Navidad? 3. Navidad fiesta de la esperanza 4. Navidad fiesta de la sorpresa 5. Navidad un presente no un pasado. 6. Navidad: se puede empezar de nuevo 7. Navidad y Navidades 8. Navidad para un Sacerdote Cleretiano 9. Navidad en Belén 10. Poesías al Niño 11. Poesías al Nazaret 12. Misa de Víspera de Navidad 13. Misa de Navidad 14. Carta al Niño Jesús 15. Linda Navidad 16. Abecedario para la navidad 17. A la Virgen de Navidad 18. Árbol de Navidad 19. Año nuevo, vida nueva 20. Cantos Navideños 21. Carta a los Reyes Magos 22. Carta al despuntar el año 23. Carta de Navidad a los niños 24. Carta de Navidad de un niño 25. En Esta navidad 26. En los días de navidad 27. Es tiempo de Navidad 28. MENSAJE DE NAVIDAD JUAN PABLO II 29. Poesías Navideñas 30. Anécdotas, Cuentos e Historias |
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LA NAVIDAD ES DE DIOS. NO DEL CONSUMISMO Desde niño siempre me pregunté ¿si los bodegueros, comerciantes y los que tienen negocios creen en la navidad? Porque, ellos siempre están ocupados en el hacer y vender; en el comprar y despachar; en el bajar de un camión y montar en un mostrador… Pero no sólo ellos, sino todos los que se agolpan en las calles angostas que dan entrada a los diferentes comercios. En aquellos que recorren, miran, acarician buscando el comprar para satisfacer el consumo navideño. Muchos han olvidado lo que significa la Navidad : “presencia de Dios entre nosotros” Completamente olvidado por haber reducido este tiempo a gastar y derrochar dejando a un lado a un Dios que viene y está para amar, rescatar y abrazar a todos por igual. Es ese abrazo amoroso y paternal que nos coloca en el camino para encontrarnos con los demás, que son nuestros hermanos, y así poder compartir y sentir la alegría en dar que en recibir. En Navidad todos conmemoramos en nuestras casas el nacimiento del Niño Jesús. Que viene a traernos el amor de Dios Padre. En ese amor es que la Navidad tiene su fuerza y poder. No en el tener o colocar la mayor mesa con comidas y bebidas. Ni mucho menos la cantidad de regalos que recibo o coloco debajo del arbolito. Se hace necesario que renovemos nuestra fe en la Navidad y le quitemos lo que no le pertenece. Nosotros, cómo de tanto celebrarla, le vamos agregando lo que no es y le quitamos lo que es. Es muy triste observar como los comerciales y la publicidad se adueñó de la Navidad. Triste porque muchos cristianos caemos en esa tentación de reducir la navidad a las meras compras. Se corre un grave peligro de convertir a la Navidad en un ídolo, es decir, usurpar el lugar que le corresponde a Dios. Ídolo que se ha filtrado en nuestra cultura para dejar a un lado las más genuinas tradiciones. Para una muestra un botón: caemos en una conducta permisiva para que nuestros hijos vean la Navidad como lugar para regalos, estrenos, ropa, fiesta, dinero y una cantidad de cosas que vamos añadiendo y al añadir vamos quitando lo esencial de este bello tiempo. No es navidad… Si papá prefiere emborracharse para no mirar a la familia a los ojos Si mamá le da más importancia al arreglo de las uñas y al tinte del cabello. Si mi hermana busca por encima de todo la marca del pantalón Si mi hermano se encierra en su mundo del celular a escribir y recibir. Si mi hermana vuelve al recuerdo triste de su esposo que se fue con la otra. Será Navidad Si papá se llena de alegría abrazando a todos sin distinciones. Si mamá se pinta del mejor color del amor para ser la madre que necesitamos. Si la hermana luce el traje de la fiesta familiar Si mi hermano se comunica en al verdad con todos. Si mi hermana mayor acepta la realidad y se une más a la alegría del hogar. Pareciera que el mundo que no quiere la navidad, se la ha robado. La ha secuestrado para invertirla, incluso para enfrentarla a la humanidad. Nosotros somos culpables pues nos hemos mantenido consumiendo y callando. Para ello bebemos a gusto, comemos a montón, nos regalamos hipócritamente y aplaudimos un tiempo al cual hemos vaciado de contenido en el amor y el compartir sincero. No podemos olvidar que Cristo ha dejado el cielo y viene a salvarnos. Por eso es la hora de cambiar, de convertirnos y de reconocer que no es la puerta la que hay que abrir en navidad, sino el corazón que está arrinconado, saturado y olvidado por muchos. No podemos olvidar que es el tiempo más grande y hermoso de nuestra propia historia. Emmanuel, Dios con nosotros. Es el tiempo para cumplirse la profecía más amorosa de toda la sagrada escritura: Dios redimiendo a la humanidad y lo hace en base al amor, a la bondad y a su gran misericordia para con todos. Caigamos en la cuenta que Jesús no merece este desprecio. Volvamos a Dios y démosle el lugar que le pertenece. Hay que preguntarle a Juan el Bautista, que hay que hacer para preparar su venida. La respuesta es: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene, y el que tenga comida, haga lo mismo". De esta manera entenderemos que no podemos estar esclavos del materialismo, del consumismo, del dios dinero , de la cultura del tener, del acaparar, del consumir. Prepararnos, entonces, sería, lo que va descubrir la verdadera razón de la Navidad para no colocarle una vela a Dios y otra al diablo. Que Dios, fuente amorosa de todo bien, nos enseñe a valorar este tiempo y ha convertirlo en itinerario de paz en medio de una familia que necesita de nuestro mejor esfuerzo.
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