Su
nombre completo era Mariana de Jesús Paredes Flórez. Nació
en Quito (Ecuador) en 1618. Desde los cuatro años quedó
huérfana de padre y madre y al cuidado de su hermana mayor y de
su cuñado, quienes la quisieron como a una hija.
Desde muy pequeñita demostró una gran inclinación
hacia la piedad y un enorme aprecio por la pureza y por la caridad hacia
los pobres.
Se construyó en el solar de la casa de su hermana una habitación
separada, y allí se dedicó a rezar, a meditar, y a hacer
penitencia. Había aprendido muy bien la música y tocaba
hermosamente la guitarra y el piano.
Como sacrificio se propuso no salir de su casa sino al templo y cuando
alguna persona tuviera alguna urgente necesidad de su ayuda. Así
que el resto de su vida estuvo recluida en su casa. Solamente la veían
salir cada mañana a la Santa Misa, y volver luego a vivir encerrada
dedicada a las lecturas espirituales, a la meditación, a la oración,
al trabajo y a ofrecer sacrificios por la conversión de los pecadores.
Una terrible epidemia estaba causando la muerte de centenares de personas
en Quito. Mariana ofreció su vida y todos sus dolores para que
cesara la epidemia. Y desde el día en que hizo ese ofrecimiento
ya no murió más gente de ese mal allí.
Por eso el Congreso del Ecuador le dio en el año 1946 el título
de "Heroína de la Patria".
Acompañada por tres padres jesuitas murió santamente el
viernes 26 de mayo de 1645. Desde entonces los quiteños le han
tenido una gran admiración. Su entierro fue una inmensa ovación
de toda la ciudad. Y los continuos milagros que hizo después de
su muerte, obtuvieron que el Papa Pío IX la declarara beata y el
Papa XII la declarara santa. |