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11. La hermana Muerte nos visita

Desde siempre se hacen esfuerzos por mantener la vida. Pero somos conscientes que pocos se liberan de la enfermedad y todos esperamos la muerte.
Nos preguntamos: ¿Por qué la muerte? ¿Por qué tanto dolor? La respuesta es que Dios nos espera en otra victoria, la de aquellos, a imagen de Cristo, “Varón de dolores” sufren con paciencia y enfrentan la muerte con esperanza. Por eso los católicos contamos con el Sacramento de la Unción de los Enfermos y el Viático. Remedios espirituales que fortalecen y acompañan. Muy necesarios porque ante el sufrimiento nos sentimos impotentes.
Son muchos los que se desesperan y pierden la noción de la esperanza para culpar a Dios de todo ese dolor. También es el momento para olvidar las diferencias y acortar las lejanías. Por eso el vecino que nuca saludó, el familiar que nunca se reportó aparecen junto a los telegramas, coronas, acuerdos para dar paso a los milagros de la muerte. Milagros que se observa la compañía, la solidaridad, la oración y hasta la ayuda económica. Se observan unos sucesos que llaman mucho la atención. El hijo pendenciero, borracho y jugador se transforma; la hija descarriada y alocada endereza sus pasos; la familia dividida por los chismes y problemas se une, se abraza y fomenta la paz. Pero mucho cuidado que ante la muerte de la madre se acabe la unidad del hogar. A la muerte del padre se termine el respeto por la casa. O se den rienda suelta a las peleas por la herencia.

Algunas recomendaciones:
• Todo enfermo debe ser atendido por la Pastoral de la Salud que funciona en la parroquia donde se vive. Si muere sin esta atención hay que avisar al sacerdote para que se dispongan oraciones por el difunto.
• Las lágrimas se evaporan. Las flores se marchitan. Los abrazos de condolencias son parte del formulismo convencional que terminan en el cementerio. La Oración es la presencia del que siente con amor la ausencia del que partió. Es el mejor regalo de uno que está vivo para uno que ha partido. Es una oración llena de confianza y esperanza. Es muy de nosotros rezar el santo Rosario.
• Nada tiene que ver las mesas para juegos o las bebidas alcohólicas. El velorio es para recordar al que partió y momento para la oración.
• La familia dispone de llevar el cadáver al templo o de que el sacerdote vaya la casa para hacer las oraciones propias. Luego con respeto se lleva al cementerio con respeto y no confundirlo con un desfile de chistes o de faltas de respeto a la memoria del difunto.
• Después del entierro, al otro días se inicia el Novenario (9 días de oración en familia) Cuidado que nadie venga a burlarse del difunto jugando o bebiendo. Al día nueve se va al templo y se pide una misa por el eterno descanso del familiar difunto.
• El color negro significa paciencia. Es una forma de querer decir que habrá un tiempo para entender y guardar silencio para comprender la separación.


"Para mi la vida es Cristo,
y una ganancia el morir" (san Pablo)

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