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Padre Marcelo Rivas Sánchez

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UN SI A LA ALEGRÍA

Todos sabemos que un cristiano triste es un triste cristiano. Además, la alegría es de todos y para todos. Que esa alegría no simplemente sonreír, sino que muchas veces es silencio al estilo de María la Virgen que guardaba todo en su corazón y por eso pudo estar al pie de la cruz con alegría en el sufrir con esperanza. Decirle ¡SI! a la alegría es reconocer, aceptar y tratar naturalmente los acontecimientos diarios. Esto lo digo porque somos muchos que creemos que la alegría es ausencia de problemas y es todo lo contrario. Lo cotidiano de la vida, es decir, lo que hacemos todos los días tiene sus días grises, negros o llenos de luz. El resultado de la alegría es la satisfacción de haber vencido, de haber triunfado, haber saltado el obstáculo. Ese triunfo trajo esfuerzo, lágrimas, preocupaciones y al vencerlo o tenerlo produce esa sensación de alegría. A esta situación o condición es la que hoy me quiero referir. No a la carcajada alborotada y fuera del contexto real de la vida. Habrá que recordar al payaso Garrí. Hacía reír a todos, pero andaba triste por dentro.

El fundamento de la alegría es cada persona que sabe saborear y vivir el momento. En Psicología se llama Autoestima. Aquel valor o fuerza que se aguarda para los momentos difíciles. Recordemos: “Al mal tiempo buena cara” “Si por aquí llueve, por allá no escampa” “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista” No son simples frases construidas por viejos, es la riqueza de una sociedad experimentada en las luchas alegres por vencer y salir adelante. No es mera palabrería que se va diciendo de una generación a otra. Son valores que vienen dados por el acontecer diario de muchas personas que en medio del sufrimiento y la lucha sonrieron y vencieron. Me atrevo a decir, categóricamente, que quien son tiene alegría ya está vencido. Por eso hay que tenerle pánico a una persona que no sonría. Muy peligroso.

El evangelista San Juan 15,11 nos dice: “Les digo todo esto para que estén contentos y para que la alegría sea total” Yo no me puedo imaginar a Jesús de Nazaret sin sentido del humor o a la Virgen María como una señora seca y rezando todo el día. Ellos tenían vida y la vida no es de cartón. Además, Dios se define como amor y un amor sin alegría deja de serlo, pues el condimento de los días es la alegría.

Digamos, pues, un ¡SI! a la alegría porque después de la tormenta la calma y después de esos nubarrones “Dios sobre todo” lo demás es rutina y repetición.

 
UN SI PARA ILUMINAR Y PODER CONTEMPLAR
UN SI A LA ALEGRÍA
DICIENDO UN “SI” A LA VIDA