PARA USTED TAXISTA |
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Con dignidad. Delante de un volante. |
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4. Chistes... |
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4. Chistes... |
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Casi me mata del susto Un pasajero le toca el hombro al taxista para hacerle una pregunta. El taxista grita, pierde el control del coche, casi choca con un camión, se sube a la acera y se mete en un escaparate haciendo pedazos los vidrios. Por un momento no se oye nada en el taxi, hasta que el taxista dice: -¡Mire amigo, jamás haga eso otra vez! ¡ Casi me mata del susto! El pasajero, impresionado le pide disculpas y le dice: -No pensé que se fuera asustar tanto si le tocaba el hombro. El taxista le dice: -Lo que pasa es que es mi primer día de trabajo como taxista. -¿y que hacía antes? -¡Fui chofer de carroza funeraria durante 25 años! .-. PRODUCTIVIDAD CELESTIAL
- ¿Tu nombre? - pregunta San Pedro al primero. - Joaquín González. - ¿El sacerdote?. - No, no, el taxista. San Pedro consulta su planilla y dice: - Bueno, te has ganado el Paraíso. Te corresponden esta túnica con hilos de oro y esta vara de platino con incrustaciones de rubíes. Puedes pasar. - Gracias, gracias.... -dice el taxista. Pasan dos o tres personas más, hasta que le toca el turno al otro Joaquín González. - ¿Tu nombre? - Joaquín González. - ¿El sacerdote?. - Sí. - Muy bien, hijo mío. Te has ganado el Paraíso. Te corresponden esta bata de lino y esta vara de roble con incrustaciones de granito. El sacerdote dice: - Perdón. No es por desmerecer, pero... debe haber un error. ¡Yo soy Joaquín González, el sacerdote!. - Sí, hijo mío, te has ganado el Paraíso. Te corresponde la bata de lino... - ¡No, no puede ser!. Yo conozco al otro Joaquín González, era un taxista, vivía en mi pueblo, ¡era un desastre como taxista!. Se subía a las aceras, chocaba todos los días, una vez se estrelló contra una casa, conducía muy mal, tiraba las farolas, se lo llevaba todo por delante... Y yo me pasé setenta y cinco años de mi vida predicando todos los domingos en la parroquia. ¿Cómo puede ser que a él le den la túnica con hilos de oro y la vara de platino y a mí esto?, ¡Debe haber un error!. No, hijo mío, no es ningún error -dice San Pedro-. Lo que ocurre es que aquí, en el cielo, nos hemos acostumbrado a hacer evaluaciones como las que hacen ustedes en la vida terrenal. - ¿Cómo? No entiendo. - Sí, ... ahora trabajamos por objetivos y resultados... Mira, te voy a explicar tu caso y lo entenderás enseguida: Durante los últimos 25 años, cada vez que tú predicabas, la gente se dormía; pero cada vez que el conducía, la gente rezaba.
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1. Mensaje a los Taxistas |