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Cuenta y cuenta que algo queda…
Padre Marcelo Rivas Sánchez
 
GRACIAS MI DIOS POR SER TODOS IGUALES
 
El águila y el escarabajo.

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo, suplicándole que le salvara. Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su amiga.

Pero el águila, despreciando la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia. Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el águila echada del lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar sus futuros pequeñuelos.

Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la táctica escapatoria, hizo una bolita de barro, voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus. Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen a volar los escarabajos..

Ustedes deben acordarse de aquella canción “el pájaro volador”. Canción que pegó tanto y tanta gente aún la baila, la silva y la lleva en su recuerdo alegre. Volar es un arte muy depurado que a diario lo vemos en infinidad de aves que cruzan y surcan los cielos de nuestra patria.
Nosotros no volamos pero pensamos y al hacerlo nos diferenciamos de cualquier animal. Pienso luego existo. Que maravilla es la creación salida de las manos amorosas de Dios para enseñarnos a vivir. Junto a la vida el compartir y en el compartir la oportunidad “grandísima” de contemplar toda la creación.
 
Esopo, hoy, nos enseña algo básico en nuestras vidas. Nosotros somos iguales ante Dios y ante todo. Nadie es superior a otro por muchos estudios, por muchos títulos o condecoraciones. Todo lo contrario, entre más estudio y más educación más respeto y sencillez. Cada amanecer salimos convencidos que aprenderemos algo nuevo y que, de seguro, alguien no lo enseñará. Es mentira que en cada amanecer se despiertan dos. Un inteligente que enseña y un ignorante que aprende. Todos necesitamos de todos y en todos está la armonía para llevar adelante este gran planeta que llamamos tierra.
 
Cuando éramos niños todo lo veíamos con ojos de niños y ahora que somos adultos miramos con ojos del crecimiento. Entre unos y otros hay una larga experiencia que debe ser respetada. Por ejemplo, nuestros padres, ellos no tuvieron la facilidad para ir a la escuela, pero eran unas personas muy cultas, respetuosas y llenas de muchas cualidades. Nosotros recogimos ese fruto. Yo jamás me he avergonzado de mis padres aunque no sabían leer o escribir o como se decía: “ni la O por la redonda”.
 
Ese escarabajo tan abultado, tan lento, tan feo e insignificante nos habla o mejor dicho nos grita una gran verdad. En la creación de Dios, fuente inagotable de su amor, todos formamos una familia. Recordemos que familia es amor, respeto, preocupación, sacrificio, seguridad… No somos Islas. Somos un pedazo del Continente. Es decir, que todos nos necesitamos y no podemos estorbarnos o simplemente ignorarnos. El médico de la enfermera. La enfermera de la inyectadota. La inyectadota de la aguja. La aguja del fabricante. El fabricante de los empleados. Los empleados… Todos somos importantes. Todos somos hijos de Dios. Claro la venganza no debe existir y menos la violencia para obtener o llegar a un fin.
 
Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzarte.

 
 
DIOSBENDICE@cantv.net