Con el advenimiento al poder del teniente coronel nos hemos acostumbrado a oír importantes piezas oratorias de los oficiales que comandan los desfiles militares o que son oradores de orden en actos similares. En la IV república los primeros solo se limitaban a solicitar permiso al “señor Presidente”, asi a secas, para iniciar el desfile y dar parte del personal que participaría en el mismo y los segundos a leer una pieza siempre de corte histórico militar. Pero las cosas cambian y mas en tiempos de revolución. El inicio de estos cambios se produjo un 4 de febrero, en ocasión de la celebración del único golpe constitucional apegado a derecho que se ha dado en el país, cuando el general comandante del desfile se disparó una tremenda oda revolucionaria montado en un tanque que le quedaba angosto, en ocasión de solicitar el permiso correspondiente a “mi comandante en jefe” para dar inicio al desfile. Luego se haría norma que las solicitudes de permiso y partes de los desfiles fuesen precedidas de discursos laudatorios al régimen y fundamentalmente al comandante en jefe y, lógicamente, no podía ser de otra manera que el protocolar “permiso concedido general” de la IV se convirtiera en arenga fideliana del jefe de la revolución con anécdotas familiares y saludos a amigos incluido, todo en cadena nacional porque “esos medios golpistas, escuálidos y oligarcas no transmiten la verdad”. De igual manera serían los discursos de orden de los altos oficiales en las ocasiones de conmemoración de eventos históricos, en especial de las importantes batallas libradas por los familiares, parientes e íntimos amigos del prócer de Sabaneta, héroe del museo militar. Solo en una ocasión, que recuerde, se le ocurrió a un general comandante de desfile militar limitarse solamente a solicitar el permiso y decir cuantos efectivos estarían en el mismo, lo que le costó, como es lógico en toda revolución que se precie de serlo, que hasta ese día llegara su exitosa carrera militar.

Así llegamos a la celebración de otro aniversario de la que creíamos los escuálidos era la batalla que nos había dado la independencia, pero que según la revisión del historiador de Barinas, al mejor estilo de los científicos de Discovery Channel, ese evento no ha ocurrido todavía pero que seguramente ocurrirá cuando se produzca la nueva batalla de Santa Inés. Celebración por cierto que había sido suspendida en ocasiones anteriores por la enemistad manifiesta del teniente coronel con el prócer de Carabobo, general Páez y los otros oligarcas, doctores Salas, padre e hijo. En esta oportunidad vimos y oímos a un general comandante del desfile que con voz temblorosa, tartamudeando, olvidadizo de los números de años tanto de la celebración como del parte de los efectivos presentes, con tantas condecoraciones como cualquier Einsehower, montado en un tanque AMX 30, echando mas humo que autobús de circunvalación, solicitarle permiso y darle parte nada menos que a mi comándate en jefe “tanquista”. La verdad que me quedé con la boca abierta y los ojos claros y sin vista. Tremenda falta de respeto al ciudadano presidente de la República, jefe de Estado y de Gobierno, Comandante en Jefe de la FAN. El hecho de que el teniente coronel haya aumentado de peso en forma exagerada y que el chaleco antibalas y el terno de Lenvine le hagan lucir como un tanque AMX30, no es excusa para llamarlo “tanguista”. Creo que este general peló gajo.

Pero la nota resaltante del acto conmemorativo fue la pieza oratoria del general comandante del componente Ejército. General que por cierto ha venido siendo una incógnita tanto para la revolución como para la oposición no solo por lo de sus prácticas exotéricas sino por las posiciones asumidas en momentos cruciales de esta crítica etapa de la vida nacional. Este general nos disertó sobre el arte de la guerra, la geopolítica y dejó colar algunas citas enigmáticas, haciendo un análisis profundo de los diferentes escenarios que tenemos planteados, interrupciones aparte de los que les quemaba el sol de Carabobo y querían se realizara el desfile para poder cobrar. El general del “viento y agua” mencionó estos escenarios bélicos que según su experiencia serían: a) Guerra de cuarta generación; b) Golpe de Estado; c) Acciones separatistas; d) Conflicto regional y e) Intervención militar de cascos azules o sin ellos. Analizando las causas y consecuencias de cada uno de estos escenarios. Señaló la globalización no solo como un peligro económico sino también militar. Señalando algo que puso a correr al comando Maisanta: “Hay factores en el país que se encuentran confundidos entre la bandera extranjera y el tricolor nacional, se han convertido en instrumentos de intereses foráneos”. Vimos como de inmediato se giraron instrucciones a los “voluntarios” asistentes a la parada de arriar las banderas del antillano país del mar de la felicidad: La Cuba de Fidel, lo cual provocó el segundo disgusto de la tarde del comandante nuestro. Concluyendo que nuestro Ejército está preparado para resistir las agresiones provenientes de cualquiera de los escenarios bélicos señalados. Esta afirmación logró exaltar el sentimiento patriota y se hincharon de orgullo los pechos condecorados de todos los militares presentes y qué decir del comandante en jefe. Lástima que de nuevo otro evento le hizo coger, al comandante en jefe, la tercera calentura de la tarde, parecida a la que cogió el magistrado Arriechi y a la que le hizo coger el italiano dueño del Maruma. En pleno desfile militar uno de los repotenciados tanques AMX30 se quedó accidentado en el inmortal campo de batalla sin que el enemigo hubiese disparado el primer tiro.

Iolaizola@cantv.net